domingo, 30 de mayo de 2010

CÓMO FABRICAR UN MONSTRUO (2001)


Al ver por ahí el título y el póster de este título, no podía dejar de pensar en la película Juego Mortal o en Stay Alive, donde un videojuego traspasa la ficción y se vuelve terrorífico en la vida real. Además, el cartel nos devuelve a las carátulas de las cintas en los videoclubes, que muchas veces superaban a la propia peli. Pero entonces buscas información y descubres que Cómo Fabricar un Monstruo es del año 2001, y por curiosidad, te la bajas, digo, te haces con el DVD.

Aunque al comienzo no albergaba ninguna esperanza, la fuerza me acompañó y me dispuse a verla de cabo a rabo, quedando satisfecho a la conclusión del visionado, básicamente gracias a la producción y los efectos del difunto Stan Winston, que no se lo curra demasiado con las imágenes del juego, pero sí con el diseño del monstruo, que impone. No obstante, todo empieza con bastante humor, retratando el mundo de los informáticos que desarrollan videojuegos, como si estos fueran unos freaks con personalidades extravagantes. Por eso, yo pensaba que se iba a tratar de una peli para niños, sin muertes ni sangre. Pero a la media hora, cuando hace acto de aparición la criatura de la que ser víctima, todo pega un vuelco, y aunque la comedia sigue apareciendo en casos puntuales, el terror y el desasosiego se apoderan de la pantalla. Y es que ya sabemos cómo suelen acabar los informáticos en este tipo de productos.

El caso es que una compañía de videojuegos quiere crear algo totalmente terrorífico, en una época donde los niños ya lo han visto todo y no se asustan ante nada, por lo que tres histriónicos tipos son contratados para crear una atmósfera y un ser que epaten al comprador. Lo logran, a pesar de la enemistad entre ellos, pero un fallo informático, acompañado de un rayo, hacen que la criatura cobre vida y que tenga ansias de aniquilar. Lo siguiente, ya lo sabéis, el intento de supervivencia de los protagonistas, con un buen enfrentamiento final con espadas y todo.

Pero lo más interesante de la peli es su enseñanza final, acerca de la maldad de este mundo, por lo cual se nos aconseja ser malos y no tratar de ser amables, ya que la vida nos devolverá ese favor con inseguridad, avaricia o desconfianza por parte del resto de mortales.

En definitiva, una peli entretenida, que merece la pena, aunque no sea nada del otro mundo. Y atentos a la sensual aparición de Julie Strain (voz en Heavy Metal)en pelota picada, que no se conserva nada mal a sus 40 tacos.

Aprovecho mis minutos de gloria bloggera, para animaros a ver el último corto de mi productora, Los Nuevos Vagos, destinado a un Festival de cortos para la igualdad, celebrado en América Latina. Ojalá os guste y OJALÁ lo votéis. Muchas gracias a todos todos.

domingo, 23 de mayo de 2010

LA GRANJA MALDITA (1987)


Al ver el póster, el título y la sinopsis de esta peli con una pinta tan ochentera, uno se imagina un festival gore y de diversión a raudales, pero todo se queda a medio gas, debido a un guión mediocre y a una falta considerable de chicha durante gran parte del metraje, pues hasta la media hora final no se desata el terror prometido. Por ello, pienso que esta historia debería haberse usado para alguna serie de terror, con una duración inferior, donde desde el principio comienzan la diversión y las muertes.

Quizá la culpa la tenga el actor David Keith, que hace aquí las veces de director en su ópera prima, pero la verdad es que hay planos interesantes y momentos de puro horror (escasos, pero haberlos haylos), con lo que me decanto por culpar a los productores, que se empeñaron en meter niños en la trama, que al final se convierten en los héroes, y al guión, muy flojo.

La historia que se nos plantea es suculenta, a saber: una especie de meteorito cae en la granja de una familia que se dedica exclusivamente al campo. El cabeza de familia, sin embargo, no es el padre de los niños, sino que les recogió cuando no tenían a nadie, aunque este asunto jamás se explica bien. Pero volvamos al tema importante; un vecino del lugar, doctor, investiga la procedencia del meteorito, que al día siguiente se desintegra y afecta al agua de la zona. Los frutos y vegetales crecen sin parar, pero resultan tóxicos, y los animales y personas que beben ese agua, aumentan su ira sin explicación. La primera afectada es la madre, que paulatinamente se transforma en un zombie repugnante que ataca a todo Cristo. Por otro lado, se nos presenta la insulsa historia de un hombre que llega con la intención de crear un embalse en el pueblo, un personaje metido con calzador para que salve la situación al final del filme.

Entre los actores tenemos al joven Will Wheaton, que no lo hace mal, pero su personaje está desaprovechado por completo. También hace una breve aparición el director, rodeado de féminas (no sabe nada el tío).

Por cierto, que el final es un calco del de Poltergeist, con la casa siendo engullida. Y no os engañéis con el cartel, puesto que no hay ningún monstruo al final que ataque a los humanos, salvo los zombies en que se convierten varios miembros de la familia desavenida. Pues eso, un largometraje que se hace pesado, con buenos efectos de maquillaje, pero con una historia mal planteada y hecha con desgana. Lo mejor, su apocalíptico final

viernes, 21 de mayo de 2010

RAZORBACK (1984)


Si pensamos en películas de terror donde el mal esté representado a través de animales, nos vienen a la cabeza multitud de títulos famosos: Tiburón, Piraña, Cujo, Los Pájaros, Anaconda, Aracnofobia..., mas nos olvidamos de esos otros seres que apenas provocan terror, pero que también protagonizan un buen puñado de cintas de serie B, muchas de ellas prácticamente desconocidas: conejos, ciempiés, babosas o jabalíes, el monstruo que causa el pánico en Razorback, película dirigida por el irregular Russell Mulcahy.

El filme se desarrolla mayormente en tierras australianas, donde un anciano cazador es acusado del asesinato de su nieto, a pesar de que ha sido un jabalí gigante el que se ha llevado al nene. Unos años más tarde, con el abuelo libre por falta de pruebas, los ataques del salvaje animal se repiten, coincidiendo con la llegada al lugar de una periodista de Nueva York, que se dedica a investigar casos sobre el maltrato animal. Los lugareños, todos con sus gorras y su aspecto desaliñado, como es costumbre, no ven con buenos ojos el trabajo de la mujer, tema que en muchos momentos llega a eclipsar lo que sucede con el cerdo gigantesco. En concreto, la peli se centra mucho en un par de hermanos de la zona, que asisten a uno de los ataques del jabalí y que no paran de hacer gamberradas. Exceptuando el comienzo y un momento hacia la media hora, el jabalí no hace acto de presencia hasta el final, cuando la lía parda por doquier.

Pero el hecho de que el director quiera presentarnos las costumbres de Australia, a sus habitantes, sus canguros o las ansias de venganza del anciano, no impiden el disfrute de Razorback, que supone una interesante película de animales monstruosos, en este caso un berraco con un diseño aterrador, que no se muestra demasiado para que no se note que es de mentira, pero que impone cada vez que aparece, gracias a su realista aspecto y a los efectos sonoros que le acompañan.

Aquí tenemos un caso similar al de Psicosis, y es que quien pensamos que es el protagonista desde el principio, muere de forma inesperada, y es sustituido por otra persona de su entorno, que será realmente el héroe de la función, quien tendrá un enfrentamiento épico con el animal en una fábrica.

Aunque la película puede resultar un poco espesa en algunos momentos, fijándose demasiado en las preocupaciones y las pesadillas del protagonista, acaba siendo un divertimento agradable, violento y que sabe captar el espíritu del American Gothic y trasladarlo a un puebecito de Australia. Además, contiene algunos planos muy originales para la época y para una serie B de estas características.

Y como regalo, os invito a visitar este blog, creado por un tal Joshua Hoffine, que cuelga escalofriantes imágenes, diseñadas por él, donde estudia los mecanismos del horror y nos remite a nuestras aterradoras pesadillas de la infancia. Increíble.

lunes, 17 de mayo de 2010

PAINTBALL (2009)


El verano pasado se estrenó este título español con parte del reparto americano, con la sana intención de venderse al extranjero y hacer unos buenos números, gracias a su título y a la fiebre por el survival horror de entonces. Por desgracia, como ha ocurrido en la década anterior con los títulos de la Fantastic Factory en nuestro país, el filme pasó con más pena que gloria por la cartelera, a pesar de contar con un argumento interesante, que prometía violencia, acción y algo de terrorcico. Pero la desgana del público hacia Paintball ya se venía presagiando cuando veían el trailer y comprobaban que se trataba de una peli fabricada en casa: las risas nerviosas y los comentarios jocosos no tardaban en aparecer. Es por eso que la cosa fue más bien un fracaso, a pesar del empeño del productor Julio Fernández, al que le salio mejor la jugada con Rec y secuela. Por culpa de esa injusticia, la peli se vendió mejor en Japón y Estados Unidos que aquí.

Pero cuando uno se pone delante de esta película y se espera lo peor, sale con una grata sensación, ya que esta película no es tan patética como cabría esperar. Es más, ofrece menos de hora y media de diversión sin descanso, como ocurriría en una sesión de paintball convencional. Al final te encuentras con un título que aporta poco al panorama del género internacional, pues bebe de referentes como Hostel y, sobre todo, de Desmembrados, con la que guarda muchos puntos en común, a excepción del humor de la cinta británica. Pero es un título muy ameno y entretenido, nada sonrojante.

El filme nos introduce en un profundo y peligroso bosque, donde dos grupos van a pasar unas jornadas de paintball, huyendo de la ciudad y el curre. Nosotros seguimos al equipo azul, formado por hombres y mujeres, cada uno con su función y su personalidad. Pero pronto descubren que sus atacantes no usan precisamente bolas de pintura para darles caza, sino munición real y unos métodos bastante bestiales. Poco a poco van cayendo como moscas, y su única salida es buscar unos maletines ocultos en sitios puntuales del terreno, donde hay guardados objetos que les pueden salvar la vida, como chalecos antibalas, linternas o armas de verdad. Pero resulta que una organización se encuentra detrás de todo el tinglado, para dar disfrute a unos cuantos ricachones que gustan de ver morir gente, con lo que su éxito es difícil, ya que el lugar está plagado de cámaras y su perseguidor, un militar con mala leche, tiene fácil seguir la pista de sus víctimas, que no son muy allá.

Las muertes están muy conseguidas, precisamente gracias al empleo de la cámara subjetiva del asesino, a través de su cámara de infrarrojos, con lo que la sangre aparece blanca. Por ello, los efectos especiales aportan mayor veracidad al conjunto y la amenaza se percibe como real, a pesar de quitarnos parte del misterio cuando se nos desvela que sólo hay un asesino, controlado por un grupo de gente.

El final no lo entiende ni el director, pero toda la cinta pasa con rapidez. Los críticos puristas le achacan el uso abusivo de la cámara en mano y de unos planos muy rápidos, donde a veces no sabes ni dónde estás, pero su finalidad es aportar un tono casi documental al filme, como si los protagonistas estuvieran siendo observados continuamente. Es una obra menor de nuestro cine de género, que merece la pena ser descubierto, sin prejuicios.

Y ya que estamos por aquí, os recomiendo que disfrutéis del capítulo piloto de una serie online que he hecho junto a mi productora Los Nuevos Vagos, titulada Brainstorming, para un concurso de la web Nikodemo. Hombre, y si nos votáis y comentáis vuestros pareceres, mejor aún. Y si los votos son de cinco estrellas, os invito a algo. ¡Gracias!

domingo, 16 de mayo de 2010

OPEN GRAVES (2009)


Al leer cualquier cosa relacionada con esta película, que se presentó en el Festival de Cine Fantástico de Estepona el pasado año, pero que no tuvo distribución comercial en España, uno no sale de su asombro: una película rodada entre Madrid y el País Vasco por un director patrio, con guión estadounidense y un reparto internacional, plagado de americanos, italianos y algún españolito que se quiso meter en una producción fantástica, que podía tener mucha relevancia en diversos mercados. Y por si fuera poco, su protagonista femenina era la tremenda Eliza Dushku, Faith en Buffy Cazavampiros. Pero como sucede en la mayoría de estos casos, todo se quedó en un quiero y no puedo aburrido, que se vendió en sitios puntuales como Japón, pero que pasó sin pena ni gloria por las estanterías de DVD´s de grandes centros comerciales.

El título traducido, que vendría a significar Tumbas Abiertas, puede remitirnos a las típicas historias de zombies, pero aquí todo es más rebuscado. Un grupo de jóvenes con ganas de marcha encuentran, de manos de un tipo un poco raro, un tablero de un juego antiguo, donde los participantes se enfrentan contra el juego. Esa misma noche, los chavales, que se han quedado sin drogas, se disponen a echar una partida a los Juegos Reunidos. Todos acaban muriendo en el tablero, a excepción de uno de ellos. El problema es que, al morir en el juego, fallecerán también en la vida real, del mismo modo. Es así como se suceden las más ridículas muertes, en función de la carta que leyesen mientras estaban jugando. Para que la próxima vez se dediquen al mus. Y después, lo de siempre; llantos por los amigos perdidos, un tonto flirteo amoroso, conversaciones de besugo, un villano interesado en el juego y la típica investigación de lo que está pasando.

Lo cierto es que todo empieza bien, con unas truculentas imágenes de los tiempos de la Inquisición Española, haciendo de las suyas a una bruja que grita más de la cuenta. Esta bruja traspasa su poder al tablero, que finalmente llegará a manos de nuestros protas unos pocos siglos después, para disfrutar con toda la familia en las tardes de domingo. Sin embargo, la historia resulta muy aburrida y repetitiva, y el conjunto de acentos extranjeros en el filme no llega al nivel de Malditos Bastardos, precisamente, sino que resta verosimilitud al conjunto.

Los efectos especiales son muy cutres, aunque hay una muerte relacionada con cangrejos, que da grima. Todo se antoja como una suerte de Jumanji de terror, que no aporta miedo, sustos ni un argumento conseguido. Muy sosa película de brujería y maldiciones, aunque las apariciones de la Dushku eleven los enteros del título.

jueves, 13 de mayo de 2010

RESURRECCIÓN (1999)



Gracias al inesperado exitazo del filme Seven, el cual hizo despegar la carrera de David Fincher hasta la actualidad, cuando se ha estrellado por culpa de cosas como El Curioso Caso de Benjamin Button, cientos de copias comenzaron a ocupar las estanterías de los videoclubes y las pantallas de cine, más o menos pudorosamente. Uno de los títulos más recordados de esa colección fue Resurrección, película sobre muertes rituales con un argumento casi calcado del de Seven. Un asesino pelín trastornado se dedica a matar gente amputándoles partes de sus cuerpos, con el fin de reconstruir el cuerpo de Cristo (lo más probable es que el tipo estudiara en un colegio de curas de pequeño). Asignados al caso hay dos agentes de policía muy majos, con sus gabardinas y sus frases molonas, que le siguen la pista de cerca al malote. Por supuesto, ambos maderos tienen personalidades opuestas, pero su relación es buena. El protagonista es Christopher Lambert, que hace de poli locuelo que no para de comer cangrejos, en serio.

Aquí no nos vamos a encontrar un giro de guión impresionante, ni unos personajes muy cuidados, o un tenso drama de fondo, ni una lucha interna entre el intelecto del villano y el de los policías. Sin embargo, Resurrección se disfruta desde el primer segundo de los créditos iniciales, por su excelente fotografía en tonos verdosos y su sencillo pero eficaz argumento, repleto de trampas y con un asesino de chunga máscara. No llega a los niveles cualitativos de Seven, pero es uno de sus alumnos aventajados.

No hay demasiado gore en pantalla, pero sí unos asesinatos rebuscados y unas imágenes fuera de campo que erizan los pelos de las axilas. El momento de la persecución en los callejones está cargado de tensión. Se nota la experiencia de su director, Russell Mulcahy, director de Los Inmortales, a pesar de la cutrez de otros productos suyos.

Merece la pena revisar este título, que en su contra tiene las odiosas comparaciones con Seven, por lo cual no obtuvo un gran éxito. Pero lo dicho, aun partiendo de una premisa similar, toma su propio camino y nos lleva hasta un final de huevos como corbata.