domingo, 28 de marzo de 2010

ESCÓNDETE Y TIEMBLA (1988)


El American Gothic es un término que alude a la América profunda, a aquellos pueblos rurales ubicados en medio de ninguna parte, con una moral retrógada y donde todos sus habitantes te mirarán mal al llegar. En lo que se refiere al cine, abarca cualquier filme (normalmente de terror) ambientado en esos parajes, en los que los protagonistas sufren la ira de los pueblerinos, que frecuentemente se dedican a masacrar a los forasteros, debido a las cicatrices dejadas por la Guerra Civil americana, a su férres religión o simplemente a sus costumbres (hay quien cuelga a burros de un campanario para celebrar las fiestas). Este tipo de cine nos ha otorgado grandes películas del género de terror, casi siempre protagonizadas por grupos de jóvenes que van de vacaciones al lugar equivocado. Así nos encontramos títulos tan interesantes como La Matanza de Texas, Las Colinas Tienen Ojos, 2000 Maníacos, Km 666 o ¿Quién Puede Matar a un Niño? si nos quedamos dentro de nuestras fronteras.

Escóndete y Tiembla, que precisamente en su título original se llama American Gothic, es el culmen de ese subgénero, donde encontramos todas las características que lo definen, así como sus lugares comunes, sus estereotipos y sus típicas sorpresas. Para goce del aficionado, esto no supone un inconveniente, sino más bien todo lo contrario, ya que el filme sorprende, es crudo y tiene un final acojonante, tras un giro maravilloso en el que se cambian las tornas.

Para empezar, un grupo de amigos jovencitos, tras la experiencia traumática de una de las chicas, cuyo bebé se ahogó en la bañera, deciden hacer un viaje a una pequeña isla en medio de la nada, para estar en contacto con el campo, oler el estiércol, mantener relaciones prematrimoniales y olvidarse de lo malo del pasado. Con ese propósito, se pillan una avioneta y viajan hasta dicho lugar, donde se topan de bruces con una cabaña habitada por una peculiar familia, cuyo patriarca tiene el rostro del mítico actor Rod Steiger. Este clan lleva una peculiar vida en el bosque, sin ningún contacto con la humanidad: sus reglas religiosas son muy estrictas, guardan huesos y utensilios antiquísimos, y los hijos, con más de 40 tacos, siguen viviendo con los padres. Al principio, tras el encuentro entre la familia extraña y los amigos, los primeros les invitan a quedarse con ellos en la cabaña, pero pronto se percatan de que no son del todo normales.

Ahí dan comienzo las muertes, a cada cual más macabra y estrafalaria, producto de las maquiavélicas mentes de los "niños" de la casa. Tanto la cabaña como el bosque son dos lugares ideales para el clima del largometraje, que los usa como medios que se presentan hostiles para las víctimas, las cuales no conocen el entorno ni la locura de sus anfitriones. El filme está rodado de modo que la película parece aún más antigua, debido al grano de la película, lo cual proporciona un efecto de verosimilitud similar al logrado con La Matanza de Texas.

Aunque no sea muy conocida entre el cine de terror de los 80, es un título muy agradable de descubrir, por sus generosas dosis de violencia y su final, enfermizo como pocos.

sábado, 27 de marzo de 2010

FEED (2005)


He aquí una de las películas más dementes y enfermizas que el ojo humano ha visto en mucho tiempo. Un viaje hacia la retorcida mente humana, capaz de los desastres más devastadores y de las acciones más perturbadoras, encauzadas hacia el placer de la carne y la búsqueda de nuevas formas de gozar, una vez que ya se ha probado todo. Si uno se va a poner delante del televisor a ver este filme, debe estar preparado y sobre todo, con la digestión bien hecha.

Muchos han tachado este título de vulgar y de provocador, y en parte no les falta razón, ya que el director ha tratado de indagar en el inconsciente de alguien perturbado, con el fin de sacarle las imágenes más retorcidas y bizarras, puestas al servicio de la sociedad de la información en la cual nos hallamos actualmente. Su propósito es el mal gusto, que apartemos la mirada de la pantalla, que tengamos náuseas, y lo consigue con creces (nunca mejor dicho).

Feed nos cuenta las andanzas de un policía australiano, especializado en crímenes cometidos en Internet, que tras un impactante suceso (acompañado por sus respectivas impactantes imágenes) relacionado con el conocido caso del caníbal de Rotemburgo, se empieza a obsesionar con los delitos que no se resuelven. Por tanto, a pesar de las vacaciones que le ofrece su superior, él es un tipo duro y se embarca en una nueva investigación. Fruto de ella, encuentra una web ilegal en la que un hombre bien fornido, se dedica a subir vídeos en los que alimenta a una mujer con obesidad mórbida, que no puede ni moverse de la cama donde permanece tumbada las 24 horas del día. El problema es que la "feliz" pareja se encuentra en Estados Unidos, concretamente en un idílico pueblo llamado Toledo (cuidado si eres de por allí y estás un pelín gordo), donde el madero de marras no tiene jurisdicción. No obstante, viaja destrangis al lugar, para descubrir al responsable de la web, ya que otras mujeres han fallecido a manos del hombre, que las alimenta hasta el extremo, mientras organiza una porra en la página, sobre el día de la muerte de las turgentes féminas. El policía se empieza a obsesionar con el caso, hasta acosar al supuesto culpable, del cual descubre no diferenciarse mucho.

Aunque la realización del filme peca en ocasiones de ser muy Michael Bay, con muchos planos cortos que pasan a velocidad de vértigo, en este caso ayudan a crear un ambiente enfermizo, ideal para la ocasión. Ya el comienzo es prometedor, con el hombre dando de comer hamburguesas a la mujer, siempre y cuando ella se lo pida. Su relación se basa en el dominio, remitiendo al alimentador a su infancia. La mujer es feliz por tener alguien que la quiera a pesar de su aspecto, y que además la alimente sin contemplaciones. Él ve a su madre en esas mujeres, a las que casi maltrata; sin embargo, está casado y lleva una vida ejemplar. Por otro lado, el policía persigue a todo tipo de asesinos y se preocupa por hacer el bien, mas su vida privada es un desastre y él es un maltratador. Por eso dedica todos sus esfuerzos al caso, para olvidarse de que tiene una vida y una preciosa novia que no para de engañarle, aunque le ama.

Los momentos en los que la mujer es alimentada son realmente repulsivos, a la par que hipnotizantes, como uno relacionado con un bote de tomate o aquel otro en el que le introduce a la mujer un tubo por la garganta. Son muy fuertes, pero también lo son esas páginas web de porno bizarro, que existen en la realidad y nadie denuncia (para disfrute de unos cuantos, que me parece muy bien).

Si creéis que lo habéis visto todo, poneos esta película y estaréis un mes sin ir al MacDonald´s (es más efectiva que Super Size Me). Cuenta además con un final raro raro, pero genial. Y ya de paso, me ha entrado hambre, así que voy a cenar

jueves, 18 de marzo de 2010

BLADE (1998)


Blade comenzó siendo un personaje de cómic creado por Marv Wolfman y Gene Colan para la famosa editorial Marvel. Se trata de un ser mitad humano mitad vampiro, el único capaz de sobrevivir a la luz del Sol, cuya primera aparición fue en la saga de cómics La tumba de Dracula (1972-1979). Su madre es mordida por un vampiro y antes de fallecer, consigue dar a luz a Blade, que durante años será entrenado para luchar contra los vampiros de todo el mundo, pues para él no hay diferencias entre razas ni distinción de sexos.

En 1998 se estrenó este filme, basado en el personaje de la novela gráfica, como se llama ahora al cómic, cosechando un gran éxito, aupando a Wesley Snipes a los primeros puestos de las estrellas taquilleras de acción e iniciando el interés por el cine de vampiros, tan muerto (nunca mejor dicho) en la década de los 90, donde sólo había sido reseñable la versión de Dracula de Francis Ford Coppola. Pero entonces llegó Blade, con su unión de peli de artes marciales, acción, terror, aventura y personajes carismáticos, y revivió de nuevo a los chupasangres, dotándolos de un nuevo estilo, pues ya no son los elegantes aristócratas de antaño, sino más bien unas criaturas que gozan matando y que se hacen pasar por humanos. Incluso se desarrolla una interesante idea, la de los humanos aliados con vampiros, que les ayudan y les dan cobijo, para ser convertidos en vampiros en un futuro. Pero Blade (Snipes) y su inseparable compañero Whistler (Kris Kristofferson) intentan por todos los medios acabar con el legado de terror de sus enemigos, mientras investigan una posible cura para el vampirismo en su base secreta, a lo Batman, pero con más luz.

En esta primera aventura del superhéroe, que habla poco pero usa frases de esas lapidarias, Blade rescata a una mujer que ha sido mordida, mientras combate contra Deacon Frost, un vampiro con la cara de Stephen Dorff, un tío que hace serie B de la buena. Frost pretende invocar a La Magra y convertirse en este ser, con lo cual tendrá un poder ilimitado. Para ello, necesita la sangre de Blade y la muerte de los jerarcas vampiros, enfrentándose a sus aliados y a los clanes de vampiros existentes. Para salir victorioso, Blade debe confiar en sus amigos y usar del mejor modo posible todas sus armas.

Sin lugar a dudas, Blade está repleta de acción trepidante que te deja sin respiración. Las peleas están muy bien coreografiadas (aunque los malos ataquen uno a uno, como en las de Bruce Lee) y aportó su granito de arena a cambiar el cine de acción. Sabe combinar a la perfección todos los géneros que toca y el traslado del cómic a la gran pantalla adquiere un estilo propio, creando un universo vampírico que parece real, en nuestros días. Las interpretaciones están muy bien y Wesley Snipes como el cazavampiros nigger da el pego por completo. Además, la relación que mantiene con Whistler es genial y hasta emociona en algún punto. La elección del enemigo que sólo mira por su bien es acertada, e incluso el personaje de la chica es interesante.

Es recordar esta película y se me viene a la cabeza la maravillosa escena inicial en la discoteca, con todos los monstruos bailando mientras cae sangre del techo, a la espera de comerse a su víctima humana. Entonces aparece Blade y la lía parda, con una genial banda sonora de fondo. Y es que en Blade, cuando suena el chunda-chunda, sabes que va a haber leches como panes. Prefiero la música disco en esta peli, antes que en las discotecas de la ciudad. También está la pelea final contra Frost, corta pero intensa. Incluso hay sangrientas escenas que fueron censuradas en algunos países.

Su director, Stephen Norrington, que había trabajado en los efectos especiales de Aliens, tras Blade hizo La Liga de los Hombres Extraordinarios, con lo que su carrera cayó en el fango más profundo (aunque debo reconocer que me entretuve con esa película). El guionista, David S. Goyer, es el encargado de los libretos de los últimos Batmans seriotes. Snipes colaboró en la producción, por lo que algo que en principio iba a ser un modesto producto, se convirtió en una superproducción con influencia y gran recaudación. Como es sabido, Blade contó con dos secuelas y una cuarta parte que parece estar gestándose ahora mismo. Tras la basura inmunda que supuso la tercera parte, esta genial saga merece un final más digno.

miércoles, 17 de marzo de 2010

OUTLANDER (2008)


Cuando escuché sobre esta película, a finales del año 2008, por mi cabeza sólo circulaba el término serie B divertida, algo que en muchas ocasiones es un arma de doble filo (espero que estas armas no existan, por el bien de las guerras), pues esperas encontrarte una obra sin pretensiones pero amena, y cuando termina la peli, estás llorando por el tiempo perdido. Sin embargo, de vez en cuando aparecen buenos ejemplos de esta categoría, con títulos que no escatiman en sangre, que pueden ser cutres, pero que consiguen hacerte pasar un rato agradable, que en realidad es para lo que están hechos. Vamos, como las parejas. Son cintas que se asemejan al sexo, donde ya sabes cómo va el tema, con su planteamiento (los entremeses), el nudo (gemidos y tocamientos) y el desenlace (orgasmo o gatillazo), pero hay veces en las que te sorprenden (salto del tigre, tríos...). Y cuando todo termina, sonríes y hasta te puedes encender un cigarrillo (si no fumas, a dormir contento directamente).

Outlander pasó sin pena ni gloria por nuestras carteleras, pese a su genial reparto (William Hurt, Jim Caviezel, Ron Perlman, una chica muy mona que hace de heroína...) y a un delirante argumento, quizá escrito por monos borrachos y financiado por morsas encocadas: un humanoide se estrella con su nave espacial en una tierra de vikingos. Para su desgracia, una violenta criatura, el Moorwen, también escapa y comienza a masacrar a todos los poblados vikingos que encuentra a su paso. Y es que el hambre es muy mala. Por supuesto, los vikingos desconfían al principio del habitante de otro mundo, pero al final se acabarán aliando con él para terminar con las andanzas del monstruo, que es más imparable que un dentista haciéndote un presupuesto. No obstante, semejante argumento imposible se deja llevar por una estructura de la acción muy convencional, pero nada desdeñable: los vikingos odian al exranjero, tras pasar una prueba ya confían en él, se enfrentan al ser sin éxito en varias ocasiones, muchos vikingos mueren de forma humillante, el prota se enamora de la primogénita del Rey y viceversa, luego tiene una idea brillante para acabar con el ser, se acuerda de su pasado con su familia, la tribu de vikingos rival colabora para atrapar al bichardo... Pero lo mismo sucede con Avatar y fue nominada a un puñado de Oscar, a pesar de tener un argumento ramplón.

En Outlander nos encontramos todos los estereotipos habidos y por haber, y sabes lo que pasará en todo momento, sin dejar lugar a la sorpresa. Pero el invento de vikingos VS alienígenas funciona a la perfección, divierte y te mantiene pegado a la butaca, al sillón o a la hamaca. Si quieres que te sorprendan, esta no es tu película; si en cambio quieres pasar un buen rato con un historia épica, repleta de acción, con bichos, peleas y vikingos fuertotes, no te pierdas Outlander.

martes, 16 de marzo de 2010

PERRO BLANCO (1982)


Perro Blanco es una película olvidada, una de entre las miles de cintas que hoy día apenas son recordadas, pero que en su época gozaron de fama, prestigio o fueron joyas de culto por un tiempo, por unos u otros motivos. En muchos casos, es una pena que esas películas hayan quedado en el limbo y hoy sólo se pueda acceder a ellas mediante programas de descarga (lo siento, yo también los uso); en este caso concreto, no es para nada una pena. La mala fama que adquirió este filme en los ochenta se debe a su discurso de fondo, un alegato en contra del racismo y de la violencia, entroncada en la espina dorsal de la sociedad norteamericana. Se intentó disimular como una historia de terror, en la que un perro aterroriza a una comunidad con sus mortíferos ataques, pero enseguida nos queda claro que el director no pretendía asustar con esta obra, sino moralizar al espectador y darle una lección, sin necesidad de mostrar a gente matándose entre sí, sino mediante un perro de extraña raza que ha sido adiestrado desde cachorro para matar a personas de raza negra, presumiblemente por un blanco racista y malote. Pero en lugar de darnos una lección de manera sutil, que muchas veces tiene mayor calado, el director y guionista no se anda por las ramas y a las primeras de cambio rueda al can haciendo de las suyas, todo con su correspondiente explicación. Sin embargo, una escena que supera a las demás en crudeza y que guarda un doble sentido terrible, es aquella en la que la dueña del perro es atacada por un violador de raza blanca, mientras el perro no hace nada, y cuando se enfrenta al hombre, lo hace con desgana y sin apenas herirle.

Hay que decir que los ataques perrunos están muy logrados (a lo mejor el perro se cargó a más de un especialista durante el rodaje), pues son bien violentos, sangrientos y realistas. Pero toda la veracidad y el argumento se desechan a las primeras de cambio, cuando el chucho maligno comienza a ser domesticado por un hombre de raza negra, con el objetivo de calmar su ansia asesina contra los suyos. Ahí el filme pierde mucho fuelle, se alarga hasta que a uno le entra el sueño y la realización se torna muy televisiva. Entonces se nos ofrece un discurso antirracista que aburre y que rompe con la primera media hora de metraje, hasta llegar a un final con tensión, pero esperado. Lo dicho, gran parte de la peli se dedica a intentar convertir al perro en una especie de Snoopy amable, y es un coñazo que no veas. Lo mejor, el momento en que descubrimos quién fue el hombre que adiestró al perrico para ser una máquina de matar.

Como curiosidad, decir que el director es Samuel Fuller (que escribió el guión partiendo de una novela), autor también de Uno Rojo: División de Choque y otros títulos bélicos, cuyo cine siempre se ha caracterizado por su gran violencia. En Perro Blanco, parece intentar retractarse de todo ello, con malos resultados. La película llegó a ser prohibida por culpa de su mensaje moralista y gran parte de su metraje se perdió durante años, pero se recuperó. Yo he podido ver la película enterita e igualmente me parece un discurso maniqueo, soso, sin matices y con el único fin de llamar la atención. Ah, y el co-guionista es Curtis Hanson, que años después nos brindaría L.A. Confidential, donde no salían perros sanguinarios.

Y termino mi sarta habitual para hablaros del genial blog de mi buen amigo Jaume Mayol, con el sugerente nombre El Matadero del Abuelo, donde nos deleita con su conocimiento sobre el más variopinto cine de terror, llevando a cabo análisis de películas y subgéneros mediante el barniz de la Psicología, elemento fundamental para entender el cine y sus personajes. En cuanto os leáis una entrada, quedaréis enganchados. ¡No os lo perdáis!

lunes, 15 de marzo de 2010

FRANKENHOOKER (1990)


Vuelvo a escribir una entrada dedicada a un filme de Frank Henenlotter para meterme con él, por malo y por regodearse en su maldad como cineasta. Apruebo que pueda tener unas ideas brillantes y que su amor hacia el género no tenga límites, pero es que este tío no mejora con los años como el vino, más bien es como un brik de Don Simón barato. Comenzó con Basket Case, que gustó mucho a unos cuantos, quizá por lo incorrecta y cerda que era. Vale. Pero es que después continuó haciendo lo mismo, aunque peor y ya sin gracia, hasta llegar a este subproducto, carente de imaginación, pero con mala leche, eso sí, sacada de la vaca más mugrienta del campo. Una actualización del mito de Frankenstein, aplicado en esta ocasión a una mujer, y es que al director se le ven las intenciones desde el primer minuto, sólo con echar una ojeada a la carátula, que eso sí, incluye un gran slogan supuestamente perpetrado por Bill Murray: "Si sólo ves una película este año, debería ser ésta". Lo mejor de la cinta, sin duda.

El protagonista es un joven científico que vive inmerso en su mundo de experimentos locos, sin hacer mucho caso a su familia ni a su novia. Para el cumpleaños de su padre, el chaval le regala un cortacésped a control remoto, casi tan inteligente como el robot de Rocky 4, que por accidente, acaba con la vida de su novia, cuya sangre salpica todas las tartas del lugar. Pasado un tiempo, el chico se dedica a investigar cómo podría revivir a su zagala, y se decide por injertarle partes de distintas mujeres y utilizar el poder de un rayo para tenerla de nuevo a su lado y disfrutar de sus carnes. Por tanto, se mete en un sórdido mundillo de prostitución y drogas, donde contrata los servicios de un grupo de pilinguis a un tal Zorro (jaja), de donde sacar la materia prima para su experimento truculento. De ahí es de donde procede el título del filme, que vendría a significar algo así como FrankenPuta, pero sin ofender.

Como todos los títulos del cineasta neoyorkino, la fotografía no brilla siquiera por su ausencia, todos los planos parecen sucios, los chistes aburren y el metraje se alarga más que el hundimiento del Titanic. Eso sí, algunos momentos divertidos sí que hay, como aquel de las prostitutas explosivas o el plano final, donde nos encontramos con una especie de Frankenstein travesti. Y es que Henenlotter sí que sabe pervertir todos los mitos, el problema es que el ritmo de la narración nunca le acompaña. Si hubiera más humor en la peli, otro gallo cantaría, pero no es así. Parece querer dejarlo todo masticadito y sencillo para el espectador, pero no somos tontos y lo entendemos a la primera, no hace falta que algo se repita hasta la saciedad para que quede clarito.

Si algo se puede decir a favor del director, es que jamás ha abandonado sus raíces. Y se nota.

sábado, 6 de marzo de 2010

TERROR SIN FIN (1993)

Supongo que la mayor parte de los que leen esto conocen a Tobe Hooper, un tipo que nos ha provocado desde siempre las peores pesadillas, “gracias” a su mítica matanza de Texas. Pero las cosas como son; Hooper es un cineasta muy irregular y mediocre en demasiadas ocasiones. Puede crear obras de arte terroríficas (La matanza de Texas, La casa de los horrores…) y películas infumables (Combustión espontánea, Cocodrilo…); es capaz de hacer filmes divertidos (La matanza de Texas 2, Lifeforce. Fuerza vital...) y otros poco más que pasables (Mortuary, Trampa mortal…). No tiene una carrera brillante como la de Carpenter, o los grandes éxitos de Wes Craven, pero ha demostrado pasión hacia el género de terror con todos sus títulos, que seguirán aumentando con el paso de los años, pues ahora se encuentra rodando la adaptación de From a Buick 8, del gran Stephen King. La conclusión es que hay que andarse con ojo al sentarse a ver una peli de este hombre, que lo mismo te sorprende que te aburre soberanamente. ¿Y en cuál de las categorías antes propuestas, se halla Terror Sin Fin? Pues tiene elementos de todas y cada una: consta de momentos muy buenos, partes aburridas, personajes interesantes, otros no tanto, muertes escasas pero bien avenidas… La sensación final es la de haber visto un largometraje histórico de terror, con mucho sexo de por medio (algo positivo, esto último).

El principal punto a favor del filme son las interpretaciones del tremendo Robert Englund, al que todos recordarán por su asesino del sombrero, el jersey de rayas, las cuchillas y la cara quemada. Por si alguien aún duda, estoy hablando de Freddy Krueger, al que siempre ha prestado sus peculiares rasgos. Y digo interpretaciones, ya que Englund da vida al Marqués de Sade y a un descendiente suyo, Paul Chevaller, estando magnífico en ambos, al representar a dos monstruos de carne y hueso, enfermos de lujuria y que no dudan en hacer el mal a los demás. La película empieza centrándose en su personaje del Marqués de Sade, que le viene que ni pintado, acostumbrado siempre a meterse en la piel de villanos. El aristócrata es torturado de mil maneras, para acabar encerrado, mientras reflexiona sobre todo el mal que ha causado, actuando como punto de partida de la auténtica película.

El verdadero filme se desarrolla en 1993, en Alejandría, donde una joven de muy buen ver llega, para reencontrarse, tras seis meses, con su padre, un arqueólogo que está a punto de hacer un descubrimiento fundamental para la Historia. Al poco de llegar, la chica, llamada Genie, se introduce en un mundillo que no le conviene, relacionado con la magia negra y los lujuriosos juegos de Chevaller. Poco a poco, Genie comienza a sufrir visiones terribles, mientras sus seres queridos son asesinados. Aquí se encuentran los dos puntos que se enlazan con la historia de Sade: Chevaller, descendiente suyo, y Genie, muy parecida físicamente a una amante de Sade, que le traicionó. Por eso parece que Chevaller se quiere vengar, manipulando a la chavala, con una crueldad que no tiene nada que envidiar a la de su sádico antepasado.

Todo el metraje está plagado de momentos semieróticos, protagonizados casi siempre por Genie, que se enamora de un moro del lugar. Y esas escenas son una gozada, porque la chica, rubia y jovenzuela, no está nada mal, pero tras esta película, apenas volvió a hacer nada para el cine (un disgusto). Muchas de esas situaciones están envueltas en un halo misterioso y casi metafórico, que vaticinan el horror por el que deberá pasar Genie. En ocasiones, esto se logra, pero muchas veces resulta aburrido.

Terror Sin Fin tarda demasiado en arrancar y parece que Hooper no sabe hacia dónde va su peli en ciertos instantes. Claro está que es una cinta de horror, pero el terror sin fin del título no se ve por ningún sitio. El director quiere provocarlo con unas imágenes muy oníricas, pero en realidad sólo lo logra con las apariciones de Englund. La angustia que experimenta la chica está bien llevada, pues es buena actriz (Hooper, encontrando a scream queens es único), como el momento en que va a ser asesinada por Chevaller, pero a veces se hace repetitiva la situación.
Nunca será uno de los grandes títulos de su director, ni mucho menos del cine de miedo en general, pero merece la pena echarle un vistazo, ya que Hooper, al menos, no hace siempre la misma película, sino que se atreve con diversos tipos de miedo. En este caso, se trata del miedo al exceso y a lo oculto de Oriente. Ideal para los completistas de la obra del tito Tobe y de Yoram Globus, productor del filme.

miércoles, 3 de marzo de 2010

DRACULA 2 ASCENSIÓN (2003)


En 2000, Patrick Lussier, pupilo del maestro del terror (no para mí) Wes Craven, que había trabajado en la edición de anteriores títulos suyos, como Un Vampiro Suelto en Brooklyn o Scream, recibió el encargo, por parte del tito Craven, de dirigir una nueva revisión del mito vampírico creado por Bram Stoker, ambientándolo en la actualidad y acercándolo al género de adolescentes masacrados, tan popular desde el éxito de la antes citada Scream, pero que estaba dando sus últimos coletazos. Así nació Dracula 2000. Todos pensaron que el tal Lussier era un enchufado de Wes, que en los créditos se limita a presentar la película (seguro que apenas se pasó por el rodaje, pero abrió bien la saca para llevarse sus beneficios), pero el director y guionista del cotarro demostró su buen hacer con la película, así como su amor hacia el género, del que había mamado siempre, tanto currando para el equipo de Craven como dirigiendo su ópera prima, Ángeles y Demonios 3. Si bien la película pasó sin pena ni gloria por nuestras carteleras (a lo cual contribuyó que aquí se estrenara un año después, recibiendo el título de Dracula 2001), Lussier se labró un buen nombre dentro del género que nos ocupa y fue demandado para trabajar en las dos secuelas de la película, que Craven también "produciría" por obligaciones contractuales.

La segunda parte de Dracula 2000, estrenada directamente en el mercado del vídeo, no llega a superar en calidad y hemoglobina a la primera, pero está casi a su altura, a pesar de sus enormes fallos de guión. Aquí, la primera aparición del monstruo no es tan espectacular, más bien es rutinaria y no te das cuenta hasta el final de que no es un vampiro más, sino EL VAMPIRO, aunque quizá el director pretendía crear ese efecto. Las motivaciones de los personajes para robar un cadáver de la morgue, que resulta ser un vampiro, no están muy claras y son sólo una excusa para que la trama avance. No obstante, hacia el último tramo de la película, todo se va aclarando y nos damos cuenta de que uno de los personajes ha manipulado al resto para hacerse con la suya. También es posible alterarse al ver los cambios de personalidad de algunos personajes a lo largo de todo el metraje, y lo mismo ocurre al ver que casi ninguno se asusta por la idea de estar enfrentándose a unos chupasangres muy peligrosos. Pero todo esto se ve compensado por el carismático personaje del cura matavampiros, que fue mordido por uno de ellos y es medio vampiro. El tipejo emplea todo tipo de armas para acabar con ellos, con el fin de llegar hasta Dracula y acabar con su maldición; porta desde una lanza con hacha incorporada, hasta agua bendita en una petaca y un látigo recubierto de pinchos. Es una especie de Blade sin piedad, que tiene al estamento eclesiástico en su contra por lo que hace, pero él continúa con su particular vendetta. Es él lo mejor de la película, junto a las peleas con las criaturas. En estas, los efectos digitales, aunque se notan, son bien chulos.

Por otro lado, las relaciones entre los jóvenes que custodian a Dracula son poco interesantes, aunque fundamentales para que todo avance, hasta llegar al épico final, con una pelea a muerte entre el cura y el vampiro. Un final que prometía secuela, y así fue. Aún no la he podido disfrutar, pero no tardaré, tras el buen sabor de boca que me ha dejado esta cinta, y así saber cómo se resuelve todo.

El director repite en la última entrega, por supuesto. Entre sus últimos títulos encontramos el remake de San Valentín Sangriento, en 3D, y sus futuros proyectos son Drive Angry y la tercera parte del remake de Halloween (Rob Zombie ha dejado ya la saga), también usando la tecnología de las tres dimensiones. Esperemos que algún día se dé cuenta de que el cine convencional sigue existiendo.

martes, 2 de marzo de 2010

LA QUEMA (1981)


Hay algo que me pone bruto cuando me pongo delante de un slasher ochentero, ya sea Viernes 13 o una de sus innumerables copias. La simple idea de un psicópata enmascarado, misterioso y sanguinario, propietario de un carisma especial y portador de las más variopintas armas, que se dedica a perseguir en lugares idílicos (como campamentos, cabañas o tiernos pueblos de la América Profunda) a jovencitos que sólo buscan diversión con sus hormonas desatadas, cuando deberían estar estudiando o culturizándose en un museo, me llena de orgullo y satisfacción. Supongo que se debe a que este subgénero apela a nuestras emociones más primitivas y necesarias, como el comer o el ir al baño todos los días como un reloj. Existe algo en nuestro interior que se satisface cuando observamos una escena violenta o de alto contenido erótico. Y es que el slasher guarda muchos puntos en común con el cine X, cambiando las escenas de cama por las masacres, y los gritos de placer por los de auxilio. También tendrá que ver con mi infancia, en la que me tragué más de una peli de este tipo, disfrutándolas, aunque ahora las revisito y me entran ganas de vomitar y de recuperar el buen recuerdo que guardaba, esfumado. Pero hay muchos títulos interesantes en aquella década prodigiosa, que a pesar de suponer una copia de unos esquemas establecidos, pretenden mostrar una historia novedosa, aportar algo original o al menos, divertir y hacer que la hora y media se pase rápido y nos deje un buen sabor de boca, como el ron Legendario con limón. Eso sí, La Quema no pertenece a ese selecto grupo.

Los archiconocidos hermanos Weinstein también quisieron montarse en el carro de las pelis de matarifes, que a comienzos de los 80 se hacían tan famosas, ya que el público exigía un nuevo tipo de horror, más cercano y humanizado. Por tanto, los hermanísimos pensaron en crear un nuevo icono del terror, Cropsy, ideando una leyenda a su alrededor. El susodicho era un vigilante de un campamento de verano, con el rostro desfigurado. Por culpa de su mal carácter se gana más de un enemigo, entre los cuales se cuentan los propios adolescentes que se encuentran de vacaciones. Unos cuantos pretenden gastarle una broma pesada, pero resulta tan pesada, que la cabaña donde duerme Cropsy se acaba incendiando y éste sufre graves quemaduras en todo su cuerpo. Y lo típico, tras salir vivo del hospital, jura eterna venganza contra todo aquel que se atreva a adentrarse en su campamento. Una novedad, vamos. Pero bueno, si la historia hubiera sido amena, se le podría perdonar a la cinta su extrema falta de originalidad, pero ni por esas. Hay muchos puntos muertos donde no sucede nada y todo tarda demasiado en arrancar. Además, se supone que el espectador debería sentir simpatía hacia el pagafantas protagonista de la historia, pero sólo deseas que muera cruelmente. El resto de personajes carece de importancia y te da igual si fenecen o no. En cuanto al asesino, no impacta y sus apariciones se ven a la legua, siempre armado con unas tijeras de podar (menos mal que no ataca con un cortacésped). Sólo al final podemos ver su verdadero rostro, igualito que en casi todas las entregas de Viernes 13.

Se trata del primer largo producido por los hermanísimos, que también colaboraron con el guión, algo que se nota. Menos mal que después se dedicaron en exclusiva al campo de la producción; los espectadores somos más felices y ellos, más ricos. Lo único rescatable de La Quema es su maquillaje, desarrollado por el gran Tom Savini, especialista en prótesis sangrantes y en heridas artificiales, que se lo curra de lo lindo, sobre todo en cierta escena donde cinco muchachos son atacados por el loco, mientras se encuentran en una barca. Ese momento es épico y está muy bien realizado. El resto de metraje, pura paja aburrida.

En su momento se pensó en realizar una segunda parte. Menos mal que todo quedó en el limbo. Y me reitero en mi afición por el slasher, pero por uno divertido y auténtico, no por éste, hecho a toda prisa, y se nota, antes de que la fiebre por el género se pasase.