viernes, 21 de mayo de 2010

RAZORBACK (1984)


Si pensamos en películas de terror donde el mal esté representado a través de animales, nos vienen a la cabeza multitud de títulos famosos: Tiburón, Piraña, Cujo, Los Pájaros, Anaconda, Aracnofobia..., mas nos olvidamos de esos otros seres que apenas provocan terror, pero que también protagonizan un buen puñado de cintas de serie B, muchas de ellas prácticamente desconocidas: conejos, ciempiés, babosas o jabalíes, el monstruo que causa el pánico en Razorback, película dirigida por el irregular Russell Mulcahy.

El filme se desarrolla mayormente en tierras australianas, donde un anciano cazador es acusado del asesinato de su nieto, a pesar de que ha sido un jabalí gigante el que se ha llevado al nene. Unos años más tarde, con el abuelo libre por falta de pruebas, los ataques del salvaje animal se repiten, coincidiendo con la llegada al lugar de una periodista de Nueva York, que se dedica a investigar casos sobre el maltrato animal. Los lugareños, todos con sus gorras y su aspecto desaliñado, como es costumbre, no ven con buenos ojos el trabajo de la mujer, tema que en muchos momentos llega a eclipsar lo que sucede con el cerdo gigantesco. En concreto, la peli se centra mucho en un par de hermanos de la zona, que asisten a uno de los ataques del jabalí y que no paran de hacer gamberradas. Exceptuando el comienzo y un momento hacia la media hora, el jabalí no hace acto de presencia hasta el final, cuando la lía parda por doquier.

Pero el hecho de que el director quiera presentarnos las costumbres de Australia, a sus habitantes, sus canguros o las ansias de venganza del anciano, no impiden el disfrute de Razorback, que supone una interesante película de animales monstruosos, en este caso un berraco con un diseño aterrador, que no se muestra demasiado para que no se note que es de mentira, pero que impone cada vez que aparece, gracias a su realista aspecto y a los efectos sonoros que le acompañan.

Aquí tenemos un caso similar al de Psicosis, y es que quien pensamos que es el protagonista desde el principio, muere de forma inesperada, y es sustituido por otra persona de su entorno, que será realmente el héroe de la función, quien tendrá un enfrentamiento épico con el animal en una fábrica.

Aunque la película puede resultar un poco espesa en algunos momentos, fijándose demasiado en las preocupaciones y las pesadillas del protagonista, acaba siendo un divertimento agradable, violento y que sabe captar el espíritu del American Gothic y trasladarlo a un puebecito de Australia. Además, contiene algunos planos muy originales para la época y para una serie B de estas características.

Y como regalo, os invito a visitar este blog, creado por un tal Joshua Hoffine, que cuelga escalofriantes imágenes, diseñadas por él, donde estudia los mecanismos del horror y nos remite a nuestras aterradoras pesadillas de la infancia. Increíble.

1 comentario:

  1. Enhorabuena por el post. Soy aficionado a los delirios fílmicos en los que los animales se vengan del ser humano. Nunca termina uno de saber cuantas especies de la fauna se han tratado de cargar a la civilización a través del celuloide. Debería elaborarnos el webmaster una lista... jaja. Así podríamos aportar otros títulos que conociesemos.

    En definitiva, me alegro del ritmo que lleva el Cementerio Marchoso.

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