jueves, 13 de mayo de 2010

RESURRECCIÓN (1999)



Gracias al inesperado exitazo del filme Seven, el cual hizo despegar la carrera de David Fincher hasta la actualidad, cuando se ha estrellado por culpa de cosas como El Curioso Caso de Benjamin Button, cientos de copias comenzaron a ocupar las estanterías de los videoclubes y las pantallas de cine, más o menos pudorosamente. Uno de los títulos más recordados de esa colección fue Resurrección, película sobre muertes rituales con un argumento casi calcado del de Seven. Un asesino pelín trastornado se dedica a matar gente amputándoles partes de sus cuerpos, con el fin de reconstruir el cuerpo de Cristo (lo más probable es que el tipo estudiara en un colegio de curas de pequeño). Asignados al caso hay dos agentes de policía muy majos, con sus gabardinas y sus frases molonas, que le siguen la pista de cerca al malote. Por supuesto, ambos maderos tienen personalidades opuestas, pero su relación es buena. El protagonista es Christopher Lambert, que hace de poli locuelo que no para de comer cangrejos, en serio.

Aquí no nos vamos a encontrar un giro de guión impresionante, ni unos personajes muy cuidados, o un tenso drama de fondo, ni una lucha interna entre el intelecto del villano y el de los policías. Sin embargo, Resurrección se disfruta desde el primer segundo de los créditos iniciales, por su excelente fotografía en tonos verdosos y su sencillo pero eficaz argumento, repleto de trampas y con un asesino de chunga máscara. No llega a los niveles cualitativos de Seven, pero es uno de sus alumnos aventajados.

No hay demasiado gore en pantalla, pero sí unos asesinatos rebuscados y unas imágenes fuera de campo que erizan los pelos de las axilas. El momento de la persecución en los callejones está cargado de tensión. Se nota la experiencia de su director, Russell Mulcahy, director de Los Inmortales, a pesar de la cutrez de otros productos suyos.

Merece la pena revisar este título, que en su contra tiene las odiosas comparaciones con Seven, por lo cual no obtuvo un gran éxito. Pero lo dicho, aun partiendo de una premisa similar, toma su propio camino y nos lleva hasta un final de huevos como corbata.

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