sábado, 18 de diciembre de 2010

CRIATURAS ASESINAS (1983)


Un meteorito se estrella una noche, cerca de una tranquila localidad. De su interior emergen unos horribles seres que poseen un apetito voraz, devorando todo a su paso. No paran de crecer y poco a poco empiezan a arrasar con la comunidad. Se adentran en una pequeña casa y parece que nada puede detenerlos, salvo la perspicacia de un niño.

Si estás leyendo esto y has visto la película de la que hablamos, perteneces a un club bastante selecto, ya que dicho largometraje es bastante desconocido y en su momento pasó con más pena que gloria por los videoclubes de todo el mundo. Y es que se trata de una especie de refrito de Alien, el octavo pasajero (Alien, Ridley Scott, 1979), pero con unos bichos mucho menos realistas y amenazadores, y ambientada en la Tierra, concretamente en un pequeño pueblo del interior de Estados Unidos.

La cosa pinta bien en su inicio, cuando dos excursionistas ven la caída del meteorito, se acercan para ver qué ha ocurrido y ya se sabe qué le pasó al gato. En esa escena no vemos a los monstruos, aunque deducimos que poseen tentáculos, son fuertes y tienen más hambre que un pollo en agosto. Pero en la escena siguiente ya estamos viendo su aspecto, que aunque impresiona, recuerda demasiado al de una planta carnívora gigante; por tanto, la sorpresa, que en otras ocasiones se reserva para el final, aquí nos es desvelada cuando llevamos 5 minutos escasos de metraje. Por supuesto, la intención del director era mostrar a los bichos cuanto antes, para así construir las escenas de los ataques sin tener que recurrir al fuera de plano, pero es que dichos momentos ni resultan tensos ni se resuelven bien.

Desde el primer momento, los monstruos se ubican en una casa del municipio, pero hasta bien avanzado el metraje no vuelven a atacar, lo que ocasiona el aburrimiento del respetable. Parece que nacen pequeños y van creciendo en función del agua y los alimentos, pero bien pronto aparecen algunos que son tremendos, así que esa explicación también la olvidan a las primeras de cambio. Pero vamos, que esto no pasa de ser una aburrida serie Z de tarde de domingo, con niño salvador incluído. Por cierto, un actor bastante mediocre, pero que acaba siendo el héroe de la función porque no le tiene miedo a nada, gracias a los cientos de filmes de horror que ha visionado a lo largo de su escueta vida.

Si hay algo que no se le puede criticar a la película es el gore, que hace acto de presencia en cada matanza, ante los ojos de los más jóvenes. Luego ves a los pequeños bichitos, que parecen unas babosas carnívoras, devorando los cadáveres, y no te lo terminas de creer, pero el primer efecto es perturbador. Por supuesto, los efectos especiales brillas por su ausencia, y los seres cantan a cartón piedra que da gusto, mas tiene una conclusión poderosa, aunque sea maqueta mediante.
Si debo quedarme con una escena, es la de la muerte de la chica del prota, que en todo momento parece ser un personaje relevante, pero que fallece por la estupidez del chico, que luego resulta ser un cobarde y un loco.

Es una película muy muy floja, con mucho bicho pero poco realista. Tiene una realización mediocre (su equipo está formado por aficionados, está claro),y una historia alargada en exceso, que podría servir para un libro de terror infantil. Pero vamos, el final mola. Y su cartel, también.

martes, 7 de diciembre de 2010

BEOWULF, LA LEYENDA (1999)


Una extraña y despiadada criatura se ha adentrado en las murallas de un Castillo. Aparece por las noches y acaba con la vida de todo ser viviente. Ni el Rey ni sus súbditos saben qué hacer para acabar con la bestia. Pero un día, un misterioso guerrero, armado de todo tipo de armas, llega al lugar con el firme propósito de acabar con el monstruo, con el cual tiene una conexión que va más allá de lo físico. El nombre del guerrero es Beowulf y descubrirá que la bestia ha llegado allí por un terrible motivo.

Vapuleada en su momento por crítica y público, Beowulf la leyenda parece tener unas pretensiones grandilocuentes de superproducción épica y de una originalidad sin precedentes, uniendo los mundos de la mitología clásica con Mortal Kombat (Mortal Kombat, Paul W.S. Anderson, 1995), pero se queda en una chapucera serie B con peleas de kárate y un presupuesto más bien ajustado, que en su mayor parte se destinaría a contratar un rostro reconocido como es el de Christopher Lambert, que estaba llamado a ser el nuevo Nicholas Cage de aquellos años. Y es que tras este infraproducto que se llegó a estrenar en salas comerciales, el Escocés no volvió a levantar cabeza, salvo en casos puntuales como el de Resurrección (Resurrection, Russell Mulcahy, 1999).

La cosa no pinta bien ni al comenzar los créditos, que imitan la famosa entrada de las películas de Mortal Kombat, con unas figuras entre llamas que conforman el título del filme. Pocos segundos después, Beowulf ya está repartiendo patadas de kung-fu a diestro y siniestro, y soltando frases lapidarias. Sale victorioso ante una horda de enemigos usando el armamento más sofisticado, que ya lo quisiera Batman para sí, y poco después llega al castillo del terror, que desde fuera parece una atracción de Port Aventura. Lo mejor de aquel siniestro lugar es Rhona Mitra, la bella hija del Rey, así como sus portentosos escotes, que dicen mucho del jefe de vestuario de la película.

También conocerá a más personajes, como el armero, el capitán de los soldados o el hijo del armero, pero casi ninguno tiene importancia. Lo verdaderamente relevante es el aspecto de la criatura a la que se enfrentará el protagonista a base de piruetas: un monstruo de traje de Carnaval que ondea, o algo así. En su primer enfrentamiento, le pega una buena paliza a Beowulf, pero luego las cosas cambian y el ser no pinta tan fiero. Y es que con semejante diseño, ni Lambert se podía tomar en serio el asunto. No obstante, se nota que es un actor respetable y a pesar de reírse un par de veces, pone cara de circunstancia y pelea como ninguno.

Los efectos especiales son de risa, así como el guión, que se pitorrea del poema en el cual se basa la historia. Lo peor no es que reformule el argumento original, lo peor es lo aburrido que resulta todo en general, incluídas las peleas, que acaban pareciendo torpes y sosas, todas iguales, rodadas sin ganas.

Como vengo diciendo, las interpretaciones no están mal, pero es que comparadas con todo lo demás, nadie puede reparar en ellas. Pero si ya te fijas en los diálogos y la relación de amor entre Lambert y Rhona Mitra, no puedes más que apartar la mirada de la pantalla.

El final prometía secuelas con más monstruos y aventuras, pero el público no es tonto y esta amenaza se quedó en agua de borrajas. Ni que decir tiene que el director y los guionistas poco más hicieron tras Beowulf. Actualmente, quien más fama tiene de todo el equipo es la señorita Mitra. Y que siga así por mucho tiempo.

domingo, 14 de noviembre de 2010

SE ALQUILA (2010)

Se Alquila from Nuevos Vagos on Vimeo.


Los Nuevos Vagos participamos en un nuevo y flamante concurso de cortometrajes de terror, organizado por PortAventura, con esta pieza, que lleva por título Se Alquila, donde le damos una vuelta de tuerca al horror que sienten los niños por el monstruo del armario.

Arriba tenéis el vídeo en buena calidad, pero en el siguiente link podéis acceder para votarnos en el concurso, si es que os gusta y no queréis que el monstruo os ataque esta noche... El registro lleva sólo un momento y haréis felices a muchos niños huérfanos si nos votáis.

Ante todo, Los Nuevos Vagos esperamos que os guste, y que os lo haga pasar bien y mal a la vez, el principal objetivo del cine de miedo.

http://www.minicortosportaventura.com/ficha-video.aspx?id=381

domingo, 12 de septiembre de 2010

MY NAME IS BRUCE (2008)


A muchos se nos hizo la boca agua al oír hablar de este proyecto por primera vez. Una película donde el genial Bruce Campbell se dirigía y se interpretaba a sí mismo, en una delirante trama, donde un chaval cree que el actor es un auténtico cazamonstruos (se ha visto todas sus películas y es su fan número 1), y le acaba secuestrando para que acabe con un fantasma chino que ha resucitado en una mina cercana al pueblo. No obstante, se encontrará con un mediocre actor que vive a base de penosos papeles en filmes de serie Z, adicto al alcohol, con un representante que le toma por el pito del sereno y se acuesta con su exmujer, que vive en una cutre caravana y tiene poco de héroe. La película prometía grandes dosis de mala uva, mucho humor y algunas gotitas de terror, y algo de eso hay, pero bastante poco y deslucido, la verdad. Quizá sea por un guión que podía haber aportado mucho más, o por la dirección del tito Campbell, que es monótona y toma demasiado prestado de las primeras obras de su buen amigo Sam Raimi.

Por otro lado, apena un poco que Campbell se burle tanto de las cintas que le han hecho popular en todo el mundo, un icono de la serie B. A lo mejor las respeta más de lo que parece en esta película, pero algunos chistes sobre ello se hacen repetitivos y cansinos. Eso sí, algunas referencias al bueno de Sam Raimi o a anteriores obras protagonizadas por Ash, logran sacarte una carcajada, pero sólo si las conoces o simpatizas con el actor y director. La sensación final es que estás ante una película que podría haberse exprimido más, para sacarle todo el potencial cómico a las situaciones y a los propios personajes, que no dejan de ser una parodia de todo lo que imaginamos sobre el mundo de Hollywood o los pueblos perdidos de la América Profunda.

Como siempre, Bruce Campbell está genial haciendo de sí mismo, o más bien del personaje que ha creado a su alrededor, y sus frases son las mejores. Por ello, se acaban olvidando de la trama que hay alrededor. Y que nadie se engañe, sólo hay un monstruo y un enfrentamiento final con él. Posiblemente, un punto positivo es la conclusión, donde Campbell se atreve con el metacine y con la mofa de los típicos finales del séptimo arte. La historia de terror queda en un segundo plano, reservando todo el protagonismo para el actor fetiche de Raimi.

Cada parte de la película está presentada por una canción country que resume la situación, un recurso gracioso, pero mejor aprovechado en otros títulos como 2000 Maníacos (2000 Maniacs, Herschell Gordon Lewis, 1964).

Como he explicado antes, la realización es casi de telefilme barato. Normal que, debido a ello y al limitado número de espectadores al que va dirigida la película, venga a España directamente a las estanterías reservadas al DVD, donde le deseamos lo mejor, para una posible secuela de la que ya se habla, en la que el actor se enfrentaría en esta ocasión a otro mito: Frankenstein. Por cierto, que el título en nuestro país será Posesión Demencial, haciendo alusión al título que encumbró a actor y director. Lo de siempre, mera campaña para atraer a despistados.

Es un filme que merece la pena ser visto, pero que decepciona si esperas grandes momentos, risas sin parar o algún susto logrado. Por supuesto, esperamos que Bruce siga deleitándonos con esas obras chuscas que tanto nos agradan y que tanto nos gustan, quizá por su falta de pretensiones, algo que este título ha olvidado por completo. Y por favor, que Campbell nos deleite con ese proyecto que tiene entre manos, que sería un Los Mercenarios (The Expendables, Sylvester Stallone, 2010), pero con actores especializados en el terror ochentero. Menuda idea genial.

domingo, 5 de septiembre de 2010

PESADILLA FINAL: LA MUERTE DE FREDDY (1991)


Recuerdo que cuando estrenaron esta película en el cine de mi pueblo, viendo el póster, donde aparecía un Freddy que extendía su mano hasta parecer traspasar el papel con su garra de cuchillas, me acojonaba hasta límites insospechados. Mi corazón quería ver la película con todas sus consecuencias, pero mi cabeza me decía que huyera, pues sólo el póster me iba a producir más pesadillas que a los habitantes de Springwood.

Además, el visionado del largometraje iba acompañado de unas gafas 3-D, lo que convertiría el pase en una horrible experiencia que podría marcar mi carácter para siempre, pues el amigo del jersey de rayas no tendría límites y podría caminar entre las butacas, entre los espectadores de la sala.

Yo sólo contaba seis tiernos añitos, pero en esa época ya comenzaba a estar interesado por el cine de terror y sus personajes, gracias a programas como Alucine de La 2, justo después del partido de Liga de los sábados. No conocía ninguna de las películas anteriores de la saga, pero mi mente ya sabía quién era ese tipo de las cuchillas y cómo se las gastaba. De todas maneras, mi madre me acabó llevando a ver la peli junto a unos amigos, a pesar de que intentó disuadirme (no penséis que mi madre es tan cruel y macabra), y yo no paraba de temblar e imaginarme cómo sería la película, minutos antes de su inicio. Pero me llené de valentía y me coloqué las gafas tridimensionales.

La pantalla se llenó de luz y Kruegger empezó a hacer de las suyas. Y toda la sala estalló en mil carcajadas y en murmullos de ¿pero esto qué es? Recuerdo que, pese a mi juventud y a la impresión que me provocaba cada aparición del monstruo, pronto dejé de tener miedo y me comencé a aburrir bastante.

El filme cuenta la historia de un chaval amnésico, que cree ser el hijo de Freddy, pues no le asesina nunca en sus sueños (realmente idiota una de las primeras escenas, en la que el chico cae rodando por una ladera durante un minuto, sin parar), pero que en realidad está siendo manipulado por Fred para llevarle hasta su verdadera hija, que ayuda a un grupo de jóvenes con problemas.

Tras la penosa muerte del que parecía el protagonista, tras caer desde el cielo hasta una cama de pinchos, los chicos problemáticos viajan hasta Springwood, de donde no pueden escapar. Allí ya no quedan niños, pues todos fueron asesinados por Kruegger, y sus padres se han vuelto locos, pensando que siguen ahí. Uno de esos padres es Tom Arnold, que nadie sabe muy bien qué pintaba por allí.

Cuando los chicos deciden pasar la noche en la vieja casa de Kruegger, es cuando empieza lo interesante: un cúmulo de despropósitos y muertes que parecen sketches de Cruz y Raya. Por ejemplo, un adolescente que es introducido por Freddy en un videojuego, otro que fallece tras la explosión de su audífono, Johnny Depp en la tele en un anuncio contra la droga, la aparición de una mujer que introduce un bastoncillo para los oídos en la oreja de uno de ellos y lo saca por la otra…

Aquí Freddy se ha convertido en una parodia de sí mismo, algo que se percibía en anteriores entregas de Pesadilla en Elm Street, pero que aquí llega a resultar penoso y doloroso para las retinas del espectador. Nada provoca miedo y las secuencias que pretenden ser más surrealistas y oníricas, como al llegar al pueblo de Springwood, son aburridas y faltas de calidad. Parecen dirigidas por un David Lynch borracho y puesto de farlopa hasta las cejas. Las muertes, a pesar de ser originales, no te lo hacen pasar mal, como ocurría en otras películas del personaje. Y todo por culpa de la New Line Cinema, que quiso rizar el rizo con esta última entrega, y de su directora, que había participado en el departamento de producción de las anteriores pesadillas.

Por otro lado, se puede prescindir perfectamente de las gafas, ya que sólo hay dos o tres momentos en el filme, donde diversos objetos salen de la pantalla, y tampoco es que maravillen, ni mucho menos. Y el final es lo peor de lo peor, pues a Freddy se le concede una entidad demoníaca, tras un pacto hecho en el Infierno, siendo protegido por tres espermatozoides de fuego (si veis la película, me entenderéis), que posibilitan que vuelva a la vida siempre. Por ello, la protagonista ha de adentrarse en los sueños de Freddy, armada con ¡unas gafas 3-d!, para acabar definitivamente con él y con la franquicia, que aquí llega a una degeneración extrema.

Sin duda, la peor película de Pesadilla en Elm Street, cuyas mejores bazas son su título y, como no, la interpretación de Robert Englund, siempre genial en su papel, aunque aquí parezca un Jim Carrey sin gracia. Pero como todos sabemos, fue seguida de más entregas y ahora esperamos el remake de la primera parte, que seguro superará a esta última pesadilla, inferior incluso a la nefasta segunda parte.

jueves, 19 de agosto de 2010

CENTURIÓN (2010)


Neil Marshall es uno de los mejores componentes del splat pack, formado por directores de cine de terror que no tienen reparos en mostrar sangre, violencia, desmembramientos humanos o escenas que helarían la sangre del más pintado. Entre ellos se encuentran los famosos Eli Roth y Alexandre Aja, que desde mediados de los años 2000, nos han brindado una buena cantidad de películas que pasarán a los anales de la Historia del cine por andarse sin contemplaciones, por no tener miedo en mostrar una decapitación o una tortura, pero también por saber crear historias interesantes y atmósferas inquietantes, demostrando su amor por el terror y por el cine en general, pese a que muchos critiquen la apología a la violencia en sus cintas.

El director que nos ocupa se hizo mundialmente conocido por la divertida Dog Soldiers (Neil Marshall, 2002), en la que un escuadrón de soldados en prácticas se adentra en un bosque poblado por temibles hombres lobo, que les darán caza sin cuartel, vísceras mediante. Posteriormente, Marshall nos regaló una de las mejores películas de terror de los últimos diez años, The Descent (Neil Marshall, 2005), donde la amenaza no se esconde en las criaturas que atacan a un grupo de espeleólogas, perdidas en el interior de una cueva, sino en ellas mismas, mostrando la verdadera naturaleza humana. Su siguiente proyecto fue esa locura de entretenimiento puro llamada Doomsday (Neil Marshall, 2008), que nos presenta una Escocia donde una plaga se ha extendido, matando a la mayor parte de la población; una suerte de batiburrillo que mezcla acción, terror, peleas en la Edad Media, persecuciones a lo Mad Max, tensión y humor negro. Ahora nos llega Centurión, un filme que no estará entre los más recordados del cine (los buenos aficionados seguro que lo recordarán pasados unos años), pero que supone una experiencia de acción y decapitaciones en la época del Imperio Romano, que merece pagar una entrada de cine.

La historia nos traslada al norte de Britania, una zona que no ha podido ser dominada por el vasto Imperio Romano, por culpa de los pictos, indígenas salvajes que combaten usando la técnica de las guerrillas, sin apenas dormir y dando caza a los romanos de cualquier manera, para expulsarles de sus territorios. En una de sus múltiples batallas, un Centurión es capturado, pero una avanzadilla de soldados de Roma logra salvar su vida, uniéndose entonces a la Novena Legión, cuyo general es respetado por su escuadrón. Todos se adentran en terreno picto, pero una emboscada deja numerosos muertos, un general capturado y una pequeña banda de soldados a la intemperie, en un lugar inhóspito, siendo perseguidos por los peligrosos pictos. Entre ellos está el Centurión, que intentará mantenerles con vida hasta llegar a algún lugar dominado por Roma. Pero la caza no tendrá fin.

Sin duda, estamos ante un filme que nos introduce en un momento histórico específico, pero que no se molesta en ser un filme histórico al uso, que nos enseñe cómo se vivía en aquella época o hasta dónde llegaba el Imperio de Roma. Más bien se trata de una película de acción violenta, de un slasher donde los adolescentes son los soldados romanos, y el psycho-killer, los pictos. Y en eso se basa; en una eterna persecución que te deja sin aliento, comandada por una picta muda, pero que resulta ser una experta cazadora y una gran luchadora. No obstante, los romanos están entrenados y no se dejarán coger tan fácilmente.

Son los momentos de acción los mejores de la obra, donde el director muestra su genial pulso narrativo y su conocimiento del género, pese a un guión sencillo, basado en el juego del ratón y el gato. Marshall salpica la pantalla de sangre en todo momento, y tenemos desde desmembramientos hasta lanzas que atraviesan cabezas. Todo realista, bruto y sin heroicidades. Es más, muchos de los personajes son deleznables, un recurso usado por el cineasta en casi toda su obra anterior.

Los actores están muy bien, sobre todo Michael Fassbender, el héroe de la función, y la guapa Olga Kurylenko, que nos presenta una villana de armas tomar, de la que es difícil escapar. El clímax final es potente, aunque menos de lo que esperábamos, pero aún queda un trágico final, que supone una buena conclusión.

En definitiva, un buen título de género con poderosas escenas de acción, sangre por doquier, unos personajes interesantes y una dirección frenética. Esperamos con ganas lo próximo del cineasta.

domingo, 15 de agosto de 2010

FLESHBURN (1984)


Calvin Duggai, un indio americano veterano de la Guerra de Vietnam, fue condenado a prisión hace años por abandonar a cinco soldados a su cargo en pleno desierto, los cuales murieron sin ayuda. Tras años en la cárcel, logra escapar, con el propósito de vengarse del grupo de cuatro psicólogos que le metieron entre rejas. De este modo, secuestra a los psiquiatras, y al igual que hizo con los soldados, les abandona en mitad del desierto, sin víveres y acechándoles en todo momento, para darles caza uno a uno.

Bochornosa película con aspecto de telefilme, que sólo tiene de bueno el título original, Fleshburn, ya que su nombre en castellano parece más bien un largometraje protagonizado por Steven Seagal. No obstante, se trata de una película de los creadores de la saga Yo soy la justicia (Death Wish, 1974), y se nota en el argumento, aunque la obra protagonizada por el mítico Charles Bronson fuera mucho más amena.

El villano de turno, interpretado por el actor especializado en películas de acción Sonny Landham, tiene los mejores momentos de la cinta, sobre todo cuando sale de la cárcel y comete su primer asesinato, o durante el asedio del grupo de especialistas. Apenas articula palabra, pero su presencia es fuerte y se trata de un personaje carismático, algo que ya quisieran para sí el resto de personajes, todos planos y aburridos. Landham es recordado fundamentalmente por ser uno de los soldados del grupo de Arnold Schwarzenegger en Depredador (Predator, John McTiernan, 1987), en concreto el indio que se atrevía a enfrentarse él solo con la criatura, y que no acababa muy bien parado, la verdad. Pues bien, en Objetivo venganza, consigue que le temamos y que sus víctimas sepan que no tienen escapatoria si luchan contra él.

Sin embargo, todo eso no quita que el filme sea aburridísimo, a pesar de durar 90 minutos exactos. Asistimos a la relación que une a los distintos psicólogos, pero ello sólo sirve para rellenar metraje, pues no tiene nada que ver con la trama y resulta de nulo interés. Una vez abandonados a su suerte en el desierto, deseamos que mueran pronto, pero lo peor es que la película es parca en asesinatos, ya que de todo el grupo, sólo uno muere. Para poder sobrevivir lo tienen crudo, pero el protagonista parece todo un boy-scout y al conocer técnicas básicas de supervivencia, consigue agua, alimento ¡e incluso botas hechas con piel de conejo! Mejor que El último superviviente (Man vs Wild, 2006). Eso sí, todo queda muy ridículo y superficial, y que ua filme se tenga que sustentar en ello, resulta penoso. Y es que apenas hay enfrentamientos contra el indio, salvo al final. Además, en una pelea que se resuelve fácilmente, sin dificultad para el bueno de la función.

De los otros personajes mejor no hablar, ya que nos intentan meter con calzador la ridícula conversión religiosa de uno de los psicólogos, cuya pierna está rota, así como el trío amoroso de los otros. Lo dicho, todo para rellenar y llegar al mínimo exigido.

En cuanto a los planos, el director abusa del plano general y fijo, signo del aburrimiento que le parecería dirigir aquel sinsentido. De ese modo, no se preocupa en hacer planos contraplanos o en mover la cámara. Y aguantar toda una película así, con diálogos sosos y con una realización planísima, no se puede. Por ello, como título de acción no funciona, ya que está carente de ritmo, pulso narrativo o suspense. Sabes que el malo está ahí, observándoles y esperando matar a sus presas, pero en ningún momento se percibe como un peligro increíble, a pesar de la fuerza del carisma del actor que lo interpreta. Vamos, que se tiran toda la película intentando sobrevivir, y lo más increíble es que lo logran, a pesar de estar varios días a la intemperie, en mitad de un desierto. Y en cuanto se ponen a caminar un poco, van y encuentran una carretera para escapar. Venga ya.

El título pasó con más pena que gloria por las carteleras, cosa que no es de extrañar ante una obra tan aburrida y lenta. No obstante, cuenta con algunos seguidores, que alaban su condición de filme de horror y acción diferente. Para mí, los momentos terroríficos son escasos, salvo por la omnipresencia de Duggai, pero es que un largometraje no se puede sustentar en ello. Un filme aburrido, hecho con desgana y que casi nadie recuerda, a pesar del boom actual de los ochenta. O sea, que de esta no se hace remake, seguro.

martes, 10 de agosto de 2010

PREDATORS (2010)


En 1987, John McTiernan, director especializado en el género de acción, reunió a un selecto grupo de héroes musculosos, entre los que se contaban Arnold Schwarzenegger, Carl Weathers, Jesse Ventura y Bill Duke, para crear una de las epopeyas de ciencia-ficción más terrorífica y popular jamás concebida: Depredador (Predator, John McTiernan, 1987), que comienza como una película de acción más, presentándonos a unos duros personajes que acaban casi sin sudar con una guerrilla entera, pero que se ven en inferioridad de condiciones al tener que enfrentarse contra una criatura alienígena que les va dando caza, coleccionando sus cabezas, como si fueran trofeos. La película resultó ser un tremendo éxito, incluyó al Depredador entre los más famosos monstruos del cine, y generó una secuela en 1992, así como todo tipo de merchandising (videojuegos, muñecos, crossovers…).

Más de 20 años después y sin contar con nadie del equipo original, al excéntrico Robert Rodriguez se le ocurrió continuar la historia de los Predators, después de dos crossovers cinematográficos, donde los monstruos cazadores luchan contra los Aliens. Para ello, escogió como director al prácticamente desconocido Nimród Antal, y como actor principal y machote del grupo, a Adrien Brody, quedándose Rodriguez con el departamento de producción, cuando él se suele encargar hasta del montaje de sus alocadas películas. Pese a que pueda aparentar lo contrario, la jugada no le ha salido nada mal, ya que estamos ante un filme que retoma bastante bien el espíritu de la cinta original, que resulta entretenida, y que rezuma tensión y buenas ideas.

Para empezar, hay que tener en cuenta que no se trata de un remake o un reboot, que tan de moda están ahora, sino de una secuela más, algo que ahora parece haber quedado relegado a las sagas literarias para adolescentes. Por tanto, estaríamos ante la tercera parte de la franquicia, sin contar las batallas en cine con los Aliens, cosa que se agradece, pues Rodriguez y su equipo habrían tenido muy difícil igualar la calidad de la obra protagonizada por el Gobernator. Para que quede claro, hay referencias en Predators a los sucesos acontecidos en el primer encuentro con los seres, y nos encontramos con algunos puntos novedosos que aportan frescura al producto, con el fin de que no sea una peli más del montón.

La acción ya no se desarrolla en una selva o en medio de la ciudad, sino que nos trasladamos al planeta originario de los Depredadores, a una especie de reserva de caza, de coto privado, donde los monstruos reúnen a presas de todas las especies, sobre todo a aquellos más peligrosos, con el único fin de darles caza y mejorar sus armas con cada nueva cacería. Todo comienza con la llegada de nuestros héroes, todos desconocidos entre sí, pertenecientes a distintos grupos militares o meros asesinos, al bosque desconocido. No saben qué hacen allí y apenas recuerdan nada de su captura, pero saben que están en territorio hostil y que algo les intenta cazar. Por tanto, aunque en principio no confían los unos en los otros, se ven obligados a unir sus fuerzas y su armamento para sobrevivir en ese inhóspito lugar.

Aunque Adrien Brody no parezca la elección más acertada para el duro protagonista de este título tan entretenido y refrescante, el actor demuestra sus habilidades interpretativas y nos ofrece un personaje que es un auténtico superviviente, un tío duro que no teme a nada, y lo consigue con creces. Lo cierto es que el resto de personajes también están bien definidos, y no sirven como simples presas, aunque sabemos que en algún momento serán asesinados. Mención aparte merece la estelar aparición de Laurence Fishburne, el único que ha sido capaz de matar a las criaturas y que las conoce al dedillo, lo cual le ha ocasionado algún problemilla mental; su personaje es un caramelo, un regalo.

Por otro lado, la dirección es correcta, no da respiro y nos mete en situaciones tensas, a pesar de no contar con el factor sorpresa, ya que conocemos de antemano a las criaturas y su modo de actuar; las luchas y escenas de acción tienen garra, eso seguro. Sin ser ninguna maravilla, el guión es correcto, y a pesar de contener algunos diálogos sonrojantes, crea una historia interesante y, en parte, original. Además, se nos presenta una raza de Depredadores superior, que incluso cazan a los que son más pequeños que ellos, resultando letales, y unos sabuesos que utilizan para cazar con más facilidad a sus víctimas.

Pese a sus defectos, Predators deja el listón muy alto para unas posibles secuelas, que esperemos tengan la calidad de ésta nueva propuesta. Quizá Robert Rodriguez no sea el mejor cineasta del mundo y muchas veces se le vaya la pinza, pero el tío respeta mucho a su público, crea productos entretenidos y no se rebaja a hacer remakes sin sustancia, como les ocurre a muchos otros directores. Aquí se nota el cariño hacia los filmes originales, y eso es algo de agradecer en los tiempos que corren.

lunes, 9 de agosto de 2010

EL OTRO (1972)


Dos gemelos muy distintos pero inseparables, pasan un verano durante los años 30 en la casa de campo de su abuela, de origen ruso, junto a otros familiares. El lugar es idílico, pero pronto comienza la tragedia y se suceden los extraños asesinatos. Todo está basado en la relación que mantienen los gemelos con su abuela, la cual les ha enseñado el poder de empatizar con cualquier persona, animal u objeto. Paulatinamente, las cosas empeoran, y la abuela es la única que conoce la verdad.

Imprescindible título de terror de comienzos de los 70, que nos muestra la cara más perversa de los niños, capaces de cometer las más terribles atrocidades sin percatarse de su culpa. Años antes del estreno de cintas tan conocidas como La Profecía (The Omen, Richard Donner, 1976) o ¿Quién puede matar a un niño? (Narciso Ibáñez Serrador, 1976), surgió esta pequeña gran película, que en sus pequeños detalles guarda la brillantez de una planificación milimétricamente estudiada, dejando pequeñas pistas que nos guían hasta un final épico, donde todo encaja a la perfección, conformando un título de género fantástico genial. A pesar de no ser tan popular como otras películas de similar temática, quizá debido a lo lenta que puede resultar en determinados tramos del metraje, alberga una gran fuerza en sus imágenes, limpias y que nos muestran la belleza y el secretismo de la América más profunda. La crítica la recibió con unánimes halagos en su época, y su director, Robert Mulligan, que no volvió a tocar el género que nos ocupa, ganó el premio a Mejor Director en el Festival de Sitges de 1972.


Y es que se nota su mano y su calidad dirigiendo, ya que ninguno de los actores está mal, y eso teniendo en cuenta que todo el peso de la trama recae sobre los niños, que resultan bien convincentes, a pesar de su corta edad. También hay que destacar el magnífico trabajo de Uta Hagen, que interpreta a la abuela de los críos y nos pone los sentimientos a flor de piel, sobre todo en el dramático final. La relación que mantiene con los niños es muy natural y te llegas a creer los lazos familiares que existen entre ellos. Por otro lado tenemos a la madre de los chicos, que debido a cierto suceso trágico del pasado, es incapaz de salir de la casa y se encuentra muy trastornada. Y como dato curioso, la breve aparición del actor John Ritter, recientemente desaparecido, en uno de sus primeros papeles.

La ambientación es completamente adecuada para la trama, en unos parajes campestres que envuelven a los personajes y los aíslan del mundanal ruido de la ciudad. Allí todo el mundo es feliz y carece de preocupaciones, pero un terrible secreto se esconde en el fondo del pozo de la familia protagonista. La planificación es impecable, lo que hace que en ciertos puntos la cosa parezca no avanzar, pero es ahí donde reside la fuerza del filme, que nos permite hilar todo hasta el terrible desenlace.

Hay que destacar el guión de Tom Tryon, que adapta su propia novela sin caer en los errores de otros autores, creando una atmósfera de incomprensión y desasosiego en el espectador, que asiste impasible a unos extraños asesinatos y a unos inexplicables acontecimientos, que conoces pronto pero sorprenden igual. Se nota la influencia de Alfred Hitchcock en este autor. En cuanto a la música, no abunda, pero cuando hace acto de aparición, te pone los pelos de gallina, reforzando las principales escenas.

Las muertes son brutales, como la del primo de los gemelos o la de la anciana y gruñona vecina, que no dejarán a nadie indiferente. Parece que nada ocurre en esa apacible comunidad, pero es que pocos quieren verlo.

En definitiva, un clásico de culto que merece más fama y que debe ser revisitado, en una época donde los thrillers sobrenaturales abundan, pero pocos son los que recuerdas al día siguiente. Este en concreto se te queda grabado, gracias al terror de unas situaciones que nadie puede controlar. Y es que el horror se halla donde menos te lo esperas, pues está en el interior de cada uno.

domingo, 8 de agosto de 2010

LA MÁSCARA DEL DEMONIO (1960)


En tiempos de la Inquisición, la princesa Asa es condenada a muerte por haber practicado brujería junto a su criado Javutich. A ambos se les colocan sendas máscaras con pinchos, y cuando van a ser quemados en la hoguera, una fuerte lluvia cae sobre el lugar, signo que es considerado como una maldición. Dos siglos después, por el mismo lugar viaja un carruaje con dos médicos que se dirigen a Moscú. Por error, uno de los doctores despierta de su eterno letargo a la princesa vampira, que vuelve para vengarse. Para ello, necesitará de la vitalidad de una joven pariente, que vive en su antiguo castillo.

Una de las primeras películas de terror dirigidas por el maestro Mario Bava, creador del subgénero giallo, que define un tipo de películas italianas de horror y suspense cargadas de violencia, asesinos brutales y gore a raudales. No obstante, La Máscara del Demonio no pertenece a dicha clase de filmes, que tiene en Bahía de sangre (A bay of blood, Mario Bava, 1971) su principal representante; sino más bien al cine vampírico, tan fructífero y beneficioso en aquellos años, gracias a la productora Hammer, fundamentalmente.

Pero a pesar de lo sugerente de su argumento, de la eficacia narrativa y visual de Bava (que le da mil vueltas a su retoño, el irregular Lamberto Bava) y de algunas imágenes poderosas, La Máscara del Demonio es una cinta de vampiros más, que no aporta nada novedoso al género y que resulta aburrida en numerosos tramos de la historia. Además, es un largometraje demasiado anclado en su época, razón por la cual peca de ingenuidad y cuenta con diversos fallos de realizador amateur, como planos exagerados, interpretaciones inverosímiles o diálogos que causan la risa floja entre el respetable.

Por otra parte, la relación amorosa del joven médico, que en dos segundos se enamora de la bella protagonista, resulta increíble y tópica, pues ya sabemos quién será el héroe de la función, mientras Barbara Steele sólo se dedica a poner cara de susto y a chillar como una descosida hasta provocar la sangría en el tímpano ajeno. Los juegos amorosos y las miradas entre ambos personajes parecen hechos de broma, de forma que su amor no puede ser tenido en consideración por el respetable.

No obstante, hay momentos logrados en el apartado visual, como toda la tortura del principio, que causa dolor con sólo mirarla. Promete, pero luego la cosa se vuelve muy convencional, con la típica historia de vampira-bruja que necesita la juventud a través de una zagala que pertenece a su familia. Por supuesto, su familia lo intenta impedir a toda costa, sin tener demasiado éxito. Para lograr su objetivo, contará con la ayuda de su criado, que protagoniza una penosa lucha contra el guapo y valiente protagonista, que ha estudiado Medicina, pero sabe bien de artes marciales.

El filme es considerado como un clásico indiscutible del género fantástico, pero
Bava tiene en su haber obras mucho mejores y más cuidadas, aunque aquí nos encontramos con una fotografía limpia y llena de sombras amenazadoras.
Mención aparte merece el personaje del cura que ayuda al protagonista, que oculta en todo momento lo que sabe del tema hasta que es demasiado tarde. Al final, una vez más, acaba triunfando la Inquisición.

Parece una película mucho más antigua de lo que es en realidad, sólo para interesados en la extensa obra de Mario Bava o para completistas del cine de chupasangres. Nada que ver con la saga Crepúsculo, por supuesto.

domingo, 20 de junio de 2010

SCAR (2007)


Tres hurras por las distribuidoras que no han querido vender esta película en nuestro país hasta ahora (a fecha de hoy no se ha estrenado en salas comerciales patrias), que lleva cogiendo polvo desde el año 2007, a pesar de haber sido rodada con la misma tecnología 3D que empleó James Cameron en Avatar. Pero esa sí que se ha estrenado, y es que sigue existiendo reticencia hacia el cine de terror, a pesar de su popularidad y su legión de fans, sobre todo si se trata de un largometraje sangriento y brutal. Pero es que los hay con muy poco estómago, todo culpa de Disney.

No obstante, parece que su estreno por estos lares es inminente, quizá en 3D, y viendo la masacre que sufrió la sexta entrega de Saw en cuanto a censura, su director se puede dar con un canto en los piños. Porque otra cosa no, pero Scar es bien brutita, con sangre salpicando la pantalla, y cuenta con unos momentos de tortura que tela marinera.

La historia nos cuenta la odisea que pasó la protagonista (Angela Bettis, a la que todos recordarán por May) cuando era joven, y fue torturada junto a una amiga por el forense del pueblo. La condición para acabar con las torturas y el dolor, es que la otra persona obligue al tipo a matar al otro. Un juego macabro y mortal, propio de una mente perturbada y genial, a la vez. El caso es que la prota consigue salvarse y cree haber matado al asesino con licenciatura en Medicina, pero varios años después, todavía con el nefasto recuerdo en su cabeza, las desapariciones en su pueblo natal se suceden nuevamente, y todo parece indicar que el asesino es el mismo que años atrás. Lo peor viene cuando la sobrina de Bettis desaparece y todo el pueblo apunta con el dedo hacia ella, creyendo que está perturbada por lo que ocurrió en el pasado.

Bien, la cinta está repleta de clichés y lugares comunes, además de sustos esperados y poco efectivos, pero funciona bien en su normalidad y gracias a las escenas de las torturas, imaginativas y muy crueles para un producto estrenado en cines. Lo mejor es que el argumento no se intenta estirar y la peli se pasa en un plis. Es una eficaz mezcla entre Saw y Hostel. Eso sí, que el final final desaparezca de vuestras mentes nada más aparecer The End.

Por otra parte, el uso del 3D llega a cansar, y aunque se logra el efecto de profundidad y verosimilitud, llega un punto en el que tienes ganas de aplastar las gafas, que hacen sangrar los ojos, pues la tridimensionalidad se te olvida. Está claro que el invento de las gafitas sirve solamente para atraer a personal a las salas, simplemente por ver cómo funciona la cosa, pero sin motivos espectaculares, porque la peli te lo pida. Esperemos que esta fiebre 3D se extinga, antes de que esto vaya a peor, y hasta los mejores dramas de época lo empleen.

jueves, 10 de junio de 2010

SPLICE (2009)


Splice, que en nuestro país ha recibido la absurda coletilla en el título de Experimento Mortal, fue recibida con más críticas malas que buenas en el Festival de Sitges del pasado año y el Festival Sy-Fy de Madrid del presente, lo cual no me impidió albergar las mayores esperanzas ante este filme, sobre todo por su gran director, el siempre interesante Vincenzo Natali, creador de Cube y del cortometraje Elevated, simplemente acojonante. Con su currículum, nadie se atrevería a ridiculizar su obra, pero mucha gente se puso en su contra con Splice, su más reciente largometraje.

En parte puedo entender a los detractores de esta propuesta, que abarca varios géneros distintos, desde la ciencia-ficción y el terror genuino hasta la comedia más grotesca, cambiando su estilo y el camino a seguir en todo momento. Si te esperas una película convencional de monstruos que se cargan todo a su paso, estás muy equivocado y saldrás decepcionado. Al empezar, cualquiera puede pensar eso, ya que estamos ante la típica historia de dos científicos (el omnipresente Adrien Brody y la bella Sarah Polley), que ante las presiones de sus superiores y su ansia por llegar a más, crean un híbrido entre varias especies animales, combinándolo con ADN humano. Al principio, el resultado es nefasto, pero según va creciendo la criatura, que tiene apariencia humana, todo son ilusiones y esperanzas, fundamentalmente por parte de la mujer, que se encariña del bicho como si fuera su hija, debido a su complicada niñez (algo que nunca se nos explica bien, un fallo importante).

Sin embargo, varios puntos de tensión y terror repartidos a lo largo del planteamiento y el nundo, desembocan en una media hora final donde la criatura se vuelve calculadora, asesina e inestable. Pero lo mejor de todo es que no nos imaginamos ese final, ya que toda la película ha ido por otros derroteros. Incluso nos llegamos a plantear que estamos ante la defensa de una mujer de su creación, cuando el resto del mundo se lo quiere quitar por ser una aberración científica. Sé que a muchos no les gustará la variación que existe en el argumento, pero yo creo que Natali es lo suficientemente inteligente como para haber construído un guión distinto a todo lo visto, que te pilla el escroto y no sabes por dónde te va a llevar.

El diseño del monstruo es genial, y hasta hay un polvete hacia el final con el narigón de la función, que no está nada mal. Los actores principales cumplen, y aunque la relación entre la mujer y el bichardo puede resultar superficial, ahí está la magia de todo el asunto, que nunca sabes qué dirección tomará en los siguientes minutos. Quizá por eso haya sido tan criticada, pero el resultado final es óptimo para una película de estas características.

Atentos a la intro, genial, y a las mutaciones que sufre el monstruo.

martes, 8 de junio de 2010

EL FINAL DE DAMIEN (1981)


Tercera y última entrega de la saga demoníaca protagonizada por Damien, el Anticristo más carismático de la Historia del cine moderno, que en esta ocasión está interpretado por el australiano Sam Neill, el cual aporta muchos puntos positivos al personaje, que ahora es consciente de su poder y su destino. Y es que el protagonista de Parque Jurásico aporta una mirada de puro terror, unos gestos que asociamos plenamente a Satán, agresividad, fuerza, capacidad de destrucción y de dominar a las masas, e hipocresía de cara a aquellos que no conocen su condición. Él sabe que es el Anticristo y que su reinado de maldad está a punto de iniciarse. No obstante, deberá hacer frente a la última parte de la profecía, aquella que dice que en Londres resucitará el Nazareno, el único capaz de vencerle y extender el bien por el mundo. Todo muy bíblico.

Damien ahora es presidente de la empresa de su familia, pero acaba siendo nombrado embajador de Estados Unidos en Londres, gracias a su poder de convicción y a la "mala suerte" del anterior en el cargo. De esa forma, su conexión con la gente es mayor, logrando que confíen en él, pese a sus sucias artimañas.

Antes de llegar a todo esto, un grupo de religiosos de una congregación secreta italiana, acceden a las siete dagas que pueden herir a Damien. Tras comprobar los objetivos nada altruístas de Damien, se disponen a darle una buena somanta de palos. Y a eso se destina buena parte del metraje, a las intentonas de cargarse a Damien, sin conseguirlo, ya que son todos unos metepatas incompetentes. Una vez cerrada esa parte del argumento, éste se centra en la matanza de niños, organizada por Damien y su séquito, de todos los bebés nacidos en determinada fecha, pues cualquiera podría ser el Nazareno (no estamos en la Semana Santa sevillana, que conste). Aquí la peli gana enteros, sin escatimar en crudeza y brutalidad al mostrar los asesinatos de los pequeñines (envenenados, ahogados, atropellados, quemados por una plancha...), a pesar de la copia que supone con respecto a la historia de Jesucristo. Porque el resto interesa bien poco, quedando un resultado soso, sin gracia, lento y carente del alma de la entrega original. Ni Sam Neill salva de la quema este producto, que aunque cuenta con Richard Donner en la producción, parece hecho sin ganas, para terminar una trilogía que se debió quedar en una sola película. Por otro lado, mejor no hablar del título, que deja poco espacio a la imaginación.

Y qué decir del final, cuando Damien descubre dónde se oculta el Nazareno. Una conclusión más idónea para la típica peli aburrida de Semana Santa, que para un filme de terror, que a día de hoy resulta vergonzosa y sin sentido, incluyendo fragmentos leídos de la Biblia y todo.

En fin, el cierre de una trilogía famosa, pero famosa por el filme original, ya que estas sucesiones carecen de interés para el espectador exigente. Eso sí, mira que originaron copias en aquellas fechas.

lunes, 7 de junio de 2010

LA MALDICIÓN DE DAMIEN (1978)


La continuación de La Profecía de Richard Donner, estrenada dos años atrás, nos propone continuar la vida de Damien un tiempo después de los acontecimientos relatados en la original, donde asistimos a la educación de Damien, que ahora es un muchacho que los tiene bien puestos y que, aunque no conoce aún su condición y no sabe controlar sus poderes, se comporta con maldad e interés. Ahora vive con su tío (William Holden), hermano de Gregory Peck, que lo dio todo en la primera entrega, hasta su vida. Damien convive con su tía, que le adora, y con su primo, con quien también se lleva de perlas. Y es que el Anticristo tiene una gran personalidad y un perfecto don de gentes. Por otra parte, no se lleva tan bien con aquellos que no comparten su forma de ver el mundo, sobre todo con su tía, con la que acaba a las primeras de cambio.

Pese a que la historia de Damien podría dar para mucho más, y resultar interesante conocer la progresión hacia el conocimiento del lado oscuro por parte del niño, la obra se queda en algo mediocre que sólo busca continuar rápidamente con el abrumador éxito de su predecesora, en una época donde numerosos títulos de horror llevaban esa etiqueta de terror sobrenatural relacionado con demonios y la Iglesia. Aparte de no contar con el factor sorpresa, todo tarda mucho en arrancar y los personajes no interesan demasiado, aunque se percibe un esfuerzo para crear unos roles que importen.

Poco a poco se va tejiendo la telaraña que nos lleva al descubrimiento por parte de Damien de su origen real, mientras los adultos siguen a lo suyo. No obstante, contribuyen a que, en un futuro, el niño diablo se apropie de la empresa de su familia y se convierta en alguien importante para el mundo entero. Pero eso es algo que Damien desconoce, hasta que le es revelado por los guardianes que hay a su alrededor, que no son pocos, y se encargan de allanar su camino hasta el poder y la oscuridad.

Todo este proceso lo contemplamos en una academia militar en la que Damien y su primo estudian. Aquí, Damien manifiesta sus poderes, sobre los que no tiene control, pero su superior, interpretado por el siempre solvente y asociado al género Lance Henriksen, es quien le informa de su objetivo final. Mientras tanto, asistimos a los chanchullos en la empresa familiar, que sí, será un tema fundamental para la peli, pero aburre soberanamente, olvidándose el director durante grandes tramos de tiempo del personaje principal.

Ante todo, es un filme que busca dejar la puerta abierta hacia la tercera parte centrada en Damien, puesto que existe una cuarta entrega con niña de protagonista, que carece de la fuerza e imaginación de esta saga (ya se sabe, esto de la igualdad...). Por ello, pierde fuelle en la historia, preocupándose más por que quede todo claro para la siguiente secuela. Quizá la culpa sea de un director como Don Taylor, que no tiene la fuerza ni la experiencia de Donner.

Eso sí, si hay algo positivo en La Maldición de Damien, aparte de su comienzo, en el que asistimos a la expedición arqueológica de dos personajes, con trágico final, son sus muertes, muy logradas y brutas, como la de la periodista (cría cuervos...) o la del médido y el ascensor "averiado".

Y como me sobra el tiempo, os invito a conocer mi última creación: ¿Qué Sabes Hacer con un Balón?, un vídeo de un minuto de duración para un concurso de Banesto con dicha permisa. Mientras todos los participantes aparecen dando toques a la pelota o jugando a fútbol, a mí se me fue la olla. Espero que os guste y no me queráis linchar tras su visionado.

domingo, 30 de mayo de 2010

CÓMO FABRICAR UN MONSTRUO (2001)


Al ver por ahí el título y el póster de este título, no podía dejar de pensar en la película Juego Mortal o en Stay Alive, donde un videojuego traspasa la ficción y se vuelve terrorífico en la vida real. Además, el cartel nos devuelve a las carátulas de las cintas en los videoclubes, que muchas veces superaban a la propia peli. Pero entonces buscas información y descubres que Cómo Fabricar un Monstruo es del año 2001, y por curiosidad, te la bajas, digo, te haces con el DVD.

Aunque al comienzo no albergaba ninguna esperanza, la fuerza me acompañó y me dispuse a verla de cabo a rabo, quedando satisfecho a la conclusión del visionado, básicamente gracias a la producción y los efectos del difunto Stan Winston, que no se lo curra demasiado con las imágenes del juego, pero sí con el diseño del monstruo, que impone. No obstante, todo empieza con bastante humor, retratando el mundo de los informáticos que desarrollan videojuegos, como si estos fueran unos freaks con personalidades extravagantes. Por eso, yo pensaba que se iba a tratar de una peli para niños, sin muertes ni sangre. Pero a la media hora, cuando hace acto de aparición la criatura de la que ser víctima, todo pega un vuelco, y aunque la comedia sigue apareciendo en casos puntuales, el terror y el desasosiego se apoderan de la pantalla. Y es que ya sabemos cómo suelen acabar los informáticos en este tipo de productos.

El caso es que una compañía de videojuegos quiere crear algo totalmente terrorífico, en una época donde los niños ya lo han visto todo y no se asustan ante nada, por lo que tres histriónicos tipos son contratados para crear una atmósfera y un ser que epaten al comprador. Lo logran, a pesar de la enemistad entre ellos, pero un fallo informático, acompañado de un rayo, hacen que la criatura cobre vida y que tenga ansias de aniquilar. Lo siguiente, ya lo sabéis, el intento de supervivencia de los protagonistas, con un buen enfrentamiento final con espadas y todo.

Pero lo más interesante de la peli es su enseñanza final, acerca de la maldad de este mundo, por lo cual se nos aconseja ser malos y no tratar de ser amables, ya que la vida nos devolverá ese favor con inseguridad, avaricia o desconfianza por parte del resto de mortales.

En definitiva, una peli entretenida, que merece la pena, aunque no sea nada del otro mundo. Y atentos a la sensual aparición de Julie Strain (voz en Heavy Metal)en pelota picada, que no se conserva nada mal a sus 40 tacos.

Aprovecho mis minutos de gloria bloggera, para animaros a ver el último corto de mi productora, Los Nuevos Vagos, destinado a un Festival de cortos para la igualdad, celebrado en América Latina. Ojalá os guste y OJALÁ lo votéis. Muchas gracias a todos todos.

domingo, 23 de mayo de 2010

LA GRANJA MALDITA (1987)


Al ver el póster, el título y la sinopsis de esta peli con una pinta tan ochentera, uno se imagina un festival gore y de diversión a raudales, pero todo se queda a medio gas, debido a un guión mediocre y a una falta considerable de chicha durante gran parte del metraje, pues hasta la media hora final no se desata el terror prometido. Por ello, pienso que esta historia debería haberse usado para alguna serie de terror, con una duración inferior, donde desde el principio comienzan la diversión y las muertes.

Quizá la culpa la tenga el actor David Keith, que hace aquí las veces de director en su ópera prima, pero la verdad es que hay planos interesantes y momentos de puro horror (escasos, pero haberlos haylos), con lo que me decanto por culpar a los productores, que se empeñaron en meter niños en la trama, que al final se convierten en los héroes, y al guión, muy flojo.

La historia que se nos plantea es suculenta, a saber: una especie de meteorito cae en la granja de una familia que se dedica exclusivamente al campo. El cabeza de familia, sin embargo, no es el padre de los niños, sino que les recogió cuando no tenían a nadie, aunque este asunto jamás se explica bien. Pero volvamos al tema importante; un vecino del lugar, doctor, investiga la procedencia del meteorito, que al día siguiente se desintegra y afecta al agua de la zona. Los frutos y vegetales crecen sin parar, pero resultan tóxicos, y los animales y personas que beben ese agua, aumentan su ira sin explicación. La primera afectada es la madre, que paulatinamente se transforma en un zombie repugnante que ataca a todo Cristo. Por otro lado, se nos presenta la insulsa historia de un hombre que llega con la intención de crear un embalse en el pueblo, un personaje metido con calzador para que salve la situación al final del filme.

Entre los actores tenemos al joven Will Wheaton, que no lo hace mal, pero su personaje está desaprovechado por completo. También hace una breve aparición el director, rodeado de féminas (no sabe nada el tío).

Por cierto, que el final es un calco del de Poltergeist, con la casa siendo engullida. Y no os engañéis con el cartel, puesto que no hay ningún monstruo al final que ataque a los humanos, salvo los zombies en que se convierten varios miembros de la familia desavenida. Pues eso, un largometraje que se hace pesado, con buenos efectos de maquillaje, pero con una historia mal planteada y hecha con desgana. Lo mejor, su apocalíptico final

viernes, 21 de mayo de 2010

RAZORBACK (1984)


Si pensamos en películas de terror donde el mal esté representado a través de animales, nos vienen a la cabeza multitud de títulos famosos: Tiburón, Piraña, Cujo, Los Pájaros, Anaconda, Aracnofobia..., mas nos olvidamos de esos otros seres que apenas provocan terror, pero que también protagonizan un buen puñado de cintas de serie B, muchas de ellas prácticamente desconocidas: conejos, ciempiés, babosas o jabalíes, el monstruo que causa el pánico en Razorback, película dirigida por el irregular Russell Mulcahy.

El filme se desarrolla mayormente en tierras australianas, donde un anciano cazador es acusado del asesinato de su nieto, a pesar de que ha sido un jabalí gigante el que se ha llevado al nene. Unos años más tarde, con el abuelo libre por falta de pruebas, los ataques del salvaje animal se repiten, coincidiendo con la llegada al lugar de una periodista de Nueva York, que se dedica a investigar casos sobre el maltrato animal. Los lugareños, todos con sus gorras y su aspecto desaliñado, como es costumbre, no ven con buenos ojos el trabajo de la mujer, tema que en muchos momentos llega a eclipsar lo que sucede con el cerdo gigantesco. En concreto, la peli se centra mucho en un par de hermanos de la zona, que asisten a uno de los ataques del jabalí y que no paran de hacer gamberradas. Exceptuando el comienzo y un momento hacia la media hora, el jabalí no hace acto de presencia hasta el final, cuando la lía parda por doquier.

Pero el hecho de que el director quiera presentarnos las costumbres de Australia, a sus habitantes, sus canguros o las ansias de venganza del anciano, no impiden el disfrute de Razorback, que supone una interesante película de animales monstruosos, en este caso un berraco con un diseño aterrador, que no se muestra demasiado para que no se note que es de mentira, pero que impone cada vez que aparece, gracias a su realista aspecto y a los efectos sonoros que le acompañan.

Aquí tenemos un caso similar al de Psicosis, y es que quien pensamos que es el protagonista desde el principio, muere de forma inesperada, y es sustituido por otra persona de su entorno, que será realmente el héroe de la función, quien tendrá un enfrentamiento épico con el animal en una fábrica.

Aunque la película puede resultar un poco espesa en algunos momentos, fijándose demasiado en las preocupaciones y las pesadillas del protagonista, acaba siendo un divertimento agradable, violento y que sabe captar el espíritu del American Gothic y trasladarlo a un puebecito de Australia. Además, contiene algunos planos muy originales para la época y para una serie B de estas características.

Y como regalo, os invito a visitar este blog, creado por un tal Joshua Hoffine, que cuelga escalofriantes imágenes, diseñadas por él, donde estudia los mecanismos del horror y nos remite a nuestras aterradoras pesadillas de la infancia. Increíble.

lunes, 17 de mayo de 2010

PAINTBALL (2009)


El verano pasado se estrenó este título español con parte del reparto americano, con la sana intención de venderse al extranjero y hacer unos buenos números, gracias a su título y a la fiebre por el survival horror de entonces. Por desgracia, como ha ocurrido en la década anterior con los títulos de la Fantastic Factory en nuestro país, el filme pasó con más pena que gloria por la cartelera, a pesar de contar con un argumento interesante, que prometía violencia, acción y algo de terrorcico. Pero la desgana del público hacia Paintball ya se venía presagiando cuando veían el trailer y comprobaban que se trataba de una peli fabricada en casa: las risas nerviosas y los comentarios jocosos no tardaban en aparecer. Es por eso que la cosa fue más bien un fracaso, a pesar del empeño del productor Julio Fernández, al que le salio mejor la jugada con Rec y secuela. Por culpa de esa injusticia, la peli se vendió mejor en Japón y Estados Unidos que aquí.

Pero cuando uno se pone delante de esta película y se espera lo peor, sale con una grata sensación, ya que esta película no es tan patética como cabría esperar. Es más, ofrece menos de hora y media de diversión sin descanso, como ocurriría en una sesión de paintball convencional. Al final te encuentras con un título que aporta poco al panorama del género internacional, pues bebe de referentes como Hostel y, sobre todo, de Desmembrados, con la que guarda muchos puntos en común, a excepción del humor de la cinta británica. Pero es un título muy ameno y entretenido, nada sonrojante.

El filme nos introduce en un profundo y peligroso bosque, donde dos grupos van a pasar unas jornadas de paintball, huyendo de la ciudad y el curre. Nosotros seguimos al equipo azul, formado por hombres y mujeres, cada uno con su función y su personalidad. Pero pronto descubren que sus atacantes no usan precisamente bolas de pintura para darles caza, sino munición real y unos métodos bastante bestiales. Poco a poco van cayendo como moscas, y su única salida es buscar unos maletines ocultos en sitios puntuales del terreno, donde hay guardados objetos que les pueden salvar la vida, como chalecos antibalas, linternas o armas de verdad. Pero resulta que una organización se encuentra detrás de todo el tinglado, para dar disfrute a unos cuantos ricachones que gustan de ver morir gente, con lo que su éxito es difícil, ya que el lugar está plagado de cámaras y su perseguidor, un militar con mala leche, tiene fácil seguir la pista de sus víctimas, que no son muy allá.

Las muertes están muy conseguidas, precisamente gracias al empleo de la cámara subjetiva del asesino, a través de su cámara de infrarrojos, con lo que la sangre aparece blanca. Por ello, los efectos especiales aportan mayor veracidad al conjunto y la amenaza se percibe como real, a pesar de quitarnos parte del misterio cuando se nos desvela que sólo hay un asesino, controlado por un grupo de gente.

El final no lo entiende ni el director, pero toda la cinta pasa con rapidez. Los críticos puristas le achacan el uso abusivo de la cámara en mano y de unos planos muy rápidos, donde a veces no sabes ni dónde estás, pero su finalidad es aportar un tono casi documental al filme, como si los protagonistas estuvieran siendo observados continuamente. Es una obra menor de nuestro cine de género, que merece la pena ser descubierto, sin prejuicios.

Y ya que estamos por aquí, os recomiendo que disfrutéis del capítulo piloto de una serie online que he hecho junto a mi productora Los Nuevos Vagos, titulada Brainstorming, para un concurso de la web Nikodemo. Hombre, y si nos votáis y comentáis vuestros pareceres, mejor aún. Y si los votos son de cinco estrellas, os invito a algo. ¡Gracias!

domingo, 16 de mayo de 2010

OPEN GRAVES (2009)


Al leer cualquier cosa relacionada con esta película, que se presentó en el Festival de Cine Fantástico de Estepona el pasado año, pero que no tuvo distribución comercial en España, uno no sale de su asombro: una película rodada entre Madrid y el País Vasco por un director patrio, con guión estadounidense y un reparto internacional, plagado de americanos, italianos y algún españolito que se quiso meter en una producción fantástica, que podía tener mucha relevancia en diversos mercados. Y por si fuera poco, su protagonista femenina era la tremenda Eliza Dushku, Faith en Buffy Cazavampiros. Pero como sucede en la mayoría de estos casos, todo se quedó en un quiero y no puedo aburrido, que se vendió en sitios puntuales como Japón, pero que pasó sin pena ni gloria por las estanterías de DVD´s de grandes centros comerciales.

El título traducido, que vendría a significar Tumbas Abiertas, puede remitirnos a las típicas historias de zombies, pero aquí todo es más rebuscado. Un grupo de jóvenes con ganas de marcha encuentran, de manos de un tipo un poco raro, un tablero de un juego antiguo, donde los participantes se enfrentan contra el juego. Esa misma noche, los chavales, que se han quedado sin drogas, se disponen a echar una partida a los Juegos Reunidos. Todos acaban muriendo en el tablero, a excepción de uno de ellos. El problema es que, al morir en el juego, fallecerán también en la vida real, del mismo modo. Es así como se suceden las más ridículas muertes, en función de la carta que leyesen mientras estaban jugando. Para que la próxima vez se dediquen al mus. Y después, lo de siempre; llantos por los amigos perdidos, un tonto flirteo amoroso, conversaciones de besugo, un villano interesado en el juego y la típica investigación de lo que está pasando.

Lo cierto es que todo empieza bien, con unas truculentas imágenes de los tiempos de la Inquisición Española, haciendo de las suyas a una bruja que grita más de la cuenta. Esta bruja traspasa su poder al tablero, que finalmente llegará a manos de nuestros protas unos pocos siglos después, para disfrutar con toda la familia en las tardes de domingo. Sin embargo, la historia resulta muy aburrida y repetitiva, y el conjunto de acentos extranjeros en el filme no llega al nivel de Malditos Bastardos, precisamente, sino que resta verosimilitud al conjunto.

Los efectos especiales son muy cutres, aunque hay una muerte relacionada con cangrejos, que da grima. Todo se antoja como una suerte de Jumanji de terror, que no aporta miedo, sustos ni un argumento conseguido. Muy sosa película de brujería y maldiciones, aunque las apariciones de la Dushku eleven los enteros del título.

jueves, 13 de mayo de 2010

RESURRECCIÓN (1999)



Gracias al inesperado exitazo del filme Seven, el cual hizo despegar la carrera de David Fincher hasta la actualidad, cuando se ha estrellado por culpa de cosas como El Curioso Caso de Benjamin Button, cientos de copias comenzaron a ocupar las estanterías de los videoclubes y las pantallas de cine, más o menos pudorosamente. Uno de los títulos más recordados de esa colección fue Resurrección, película sobre muertes rituales con un argumento casi calcado del de Seven. Un asesino pelín trastornado se dedica a matar gente amputándoles partes de sus cuerpos, con el fin de reconstruir el cuerpo de Cristo (lo más probable es que el tipo estudiara en un colegio de curas de pequeño). Asignados al caso hay dos agentes de policía muy majos, con sus gabardinas y sus frases molonas, que le siguen la pista de cerca al malote. Por supuesto, ambos maderos tienen personalidades opuestas, pero su relación es buena. El protagonista es Christopher Lambert, que hace de poli locuelo que no para de comer cangrejos, en serio.

Aquí no nos vamos a encontrar un giro de guión impresionante, ni unos personajes muy cuidados, o un tenso drama de fondo, ni una lucha interna entre el intelecto del villano y el de los policías. Sin embargo, Resurrección se disfruta desde el primer segundo de los créditos iniciales, por su excelente fotografía en tonos verdosos y su sencillo pero eficaz argumento, repleto de trampas y con un asesino de chunga máscara. No llega a los niveles cualitativos de Seven, pero es uno de sus alumnos aventajados.

No hay demasiado gore en pantalla, pero sí unos asesinatos rebuscados y unas imágenes fuera de campo que erizan los pelos de las axilas. El momento de la persecución en los callejones está cargado de tensión. Se nota la experiencia de su director, Russell Mulcahy, director de Los Inmortales, a pesar de la cutrez de otros productos suyos.

Merece la pena revisar este título, que en su contra tiene las odiosas comparaciones con Seven, por lo cual no obtuvo un gran éxito. Pero lo dicho, aun partiendo de una premisa similar, toma su propio camino y nos lleva hasta un final de huevos como corbata.

lunes, 26 de abril de 2010

FURIA DE TITANES (2010)


Si hay algo que verdaderamente me revienta de los remakes de hoy en día, es su falta de originalidad y el tufo que desprenden a explotación que busca un público joven que no le pida nada a una película. Ese es el principal problema de la nueva (per)versión de Furia de Titantes, cuya primera adaptación a la gran pantalla data de 1981, con los maravillosos efectos en stop-motion de Ray Harryhausen en lo que supuso su último trabajo hasta la fecha.

Recuerdo aquel filme como una gran superproducción que parecía más antigua de lo que es en realidad, sobre todo por los efectos especiales, en una época en la que estaban mejorando considerablemente. Aun así, en mi inocente mente de colegial, es una historia épica con batallas geniales y unos monstruos de mear y no echar gota. No obstante, ha llegado a mis oídos que pierde si la ves con unos años de más, por lo que deseo que la cinta no llegue nuevamente a mis manos. Pero me acuerdo lo suficiente de su historia, como para saber que he tirado mi dinero al acudir al cine para ver este soso remake, que se limita a copiar el anterior, con las mismas criaturas y con un ridículo chiste referente al buho dorado que aparece en la original. Así que si has visto la peli del 81, huye de esta.

Consideraba a Sam Worthington como un buen actor, pero aquí demuestra que tiene menos expresividad que una patata frita pisoteada, ya que sólo mueve sus músculos faciales mientras pelea, y ni se inmuta cuando mueren sus amigos y familiares. Tenía más sentimientos su Avatar en Pandora. Para que luego digan de ciertos actores de pelis de acción de hace unas décadas. Las mejores interpretaciones corren de la mano de dos veteranos: Liam Neeson y Ralph Fiennes, a pesar de que éste último parece más bien un mendigo con chepa, no un Dios. Y no hay que olvidarse de la sexy Alexa Davalos, que con esos ojos y ese cuerpo, siempre actúa bien.

Las peleas llegan a aburrir de lo predecibles que resultan, no hay tensión y parece que la pasta se la dejaron solamente en los efectos digitales, al ver ciertos escenarios de cartón piedra. Las criaturas no impresionan ni provocan temor, ni siquiera Medusa o el Kraken, y el hecho de que Perseo, grumete Pescanova de toda la vida, aprenda a luchar como el mejor en unas pocas horas, no beneficia al resultado definitivo del filme. Y mejor no hablar de la oscura (literalmente) versión en 3-D del largometraje.

Si no has visto la peli y tienes ganas, en serio, busca el trailer en Youtube. En pantalla grande no hallarás nada más.

miércoles, 21 de abril de 2010

NO-DO (2009)


Hace poco comentaba por aquí la profunda decepción que experimenté ante el visionado de La Hora Fría de Elio Quiroga, un título que me inspiraba buenas vibraciones, pero que se quedó en una cosa cutre cogida con pinzas. Pues bien, hace menos aún me atreví con la siguiente obra del cineasta, de la que sólo había escuchado malas críticas, además de que su paso por la taquilla fue de puntillas. Y eso que más de un despistado entraría en la sala para ver los noticiarios del Caudillo, confundido. Me senté en la silla, abrí el ordenador y le di al play (señora Sinde, le prometo que era un DVD alquilado), con más esperanzas que Ridley Scott dirigiendo la adaptación del Monopoly. Por segunda vez con Quiroga, acabé desilusionado y con el rabo entre las piernas.

El argumento siempre me había parecido de lo más curioso, y en su día quise verla en cine, pero el filme duró bien poco en cartelera y no llegué a tiempo, algo que no creo que le pase a nadie con Avatar. No-Do cuenta la historia de un matrimonio que se muda a una nueva casa, donde ella presencia cosas extrañas. Esas terribles visiones están relacionadas con un acontecimiento ocurrido en tiempos del Franquismo, acerca de un grupo de niñas que tienen poderes y que provocan la enfermedad en su región. La historia fue documentada por el No-Do, pero no por el que todos conocemos, que antiguamente se proyectaba en los cines antes del largometraje, y que Parada nos obligaba a presenciar en Cine de Barrio antes de la peli de Manolo Escobar. Más bien son unos archivos fílmicos ocultos, como los Expedientes X de los No-Dos tradicionales, donde están grabados todo tipo de sucesos paranormales, como la incipiente calvicie de Íker Jiménez.

Aunque todo ello pueda parecer interesante, se pierde en las visiones de fantasmas de la mujer, muy bien interpretada por la siempre solvente Ana Torrent, que ya en Tesis nos demostró sus habilidades para chillar y pasarlo malamente. Pero es que desde los primeros minutos nos damos cuenta del secreto guardado por su hija, no hace falta ser un lince. Las visiones no causan ningún tipo de sensación y el tema de los No-Dos apenas tiene importancia. Estamos pues ante una historia típica y aburrida de casa encantada, con algún toque novedoso, pero poco más. Y como ya ocurría en La Hora Fría, los efectos especiales son más malos que una patada en el coxis; en lugar de impresionar o dar canguelo, restan dosis de realismo a la película.

Quiroga, por otro lado, parece tener algún trauma infantil, pues siempre tiene que introducir a algún niño en la trama. Lo peor es que éste suele actuar mal. No obstante, sigo confiando en este director, que sabe crear atmósferas e historias interesantes. Quizá debería plantearse recibir guiones ajenos a los que aportar su mirada de aficionado al género. Aunque siendo un cineasta español, quién sabe cuándo tendrá un nuevo proyecto. Eso sí que es un caso paranormal.

domingo, 4 de abril de 2010

VIVA LA COMIDA RÁPIDA

Maravillosa la campaña de Burguer King (Burrikín para los no anglosajones) de Dubai, para anunciar que sus restaurantes se abren ahora hasta las 4 de la madrugada, hora de depravacación, utilizando a los psicópatas más famosos y carismáticos de la Historia del cine de terror y sustos. Esto sí que es publicidad efectiva, derrochando imaginación. ¡Todos al Burguer para celebrarlo. Aquí tú eres el Psycho-King!




domingo, 28 de marzo de 2010

ESCÓNDETE Y TIEMBLA (1988)


El American Gothic es un término que alude a la América profunda, a aquellos pueblos rurales ubicados en medio de ninguna parte, con una moral retrógada y donde todos sus habitantes te mirarán mal al llegar. En lo que se refiere al cine, abarca cualquier filme (normalmente de terror) ambientado en esos parajes, en los que los protagonistas sufren la ira de los pueblerinos, que frecuentemente se dedican a masacrar a los forasteros, debido a las cicatrices dejadas por la Guerra Civil americana, a su férres religión o simplemente a sus costumbres (hay quien cuelga a burros de un campanario para celebrar las fiestas). Este tipo de cine nos ha otorgado grandes películas del género de terror, casi siempre protagonizadas por grupos de jóvenes que van de vacaciones al lugar equivocado. Así nos encontramos títulos tan interesantes como La Matanza de Texas, Las Colinas Tienen Ojos, 2000 Maníacos, Km 666 o ¿Quién Puede Matar a un Niño? si nos quedamos dentro de nuestras fronteras.

Escóndete y Tiembla, que precisamente en su título original se llama American Gothic, es el culmen de ese subgénero, donde encontramos todas las características que lo definen, así como sus lugares comunes, sus estereotipos y sus típicas sorpresas. Para goce del aficionado, esto no supone un inconveniente, sino más bien todo lo contrario, ya que el filme sorprende, es crudo y tiene un final acojonante, tras un giro maravilloso en el que se cambian las tornas.

Para empezar, un grupo de amigos jovencitos, tras la experiencia traumática de una de las chicas, cuyo bebé se ahogó en la bañera, deciden hacer un viaje a una pequeña isla en medio de la nada, para estar en contacto con el campo, oler el estiércol, mantener relaciones prematrimoniales y olvidarse de lo malo del pasado. Con ese propósito, se pillan una avioneta y viajan hasta dicho lugar, donde se topan de bruces con una cabaña habitada por una peculiar familia, cuyo patriarca tiene el rostro del mítico actor Rod Steiger. Este clan lleva una peculiar vida en el bosque, sin ningún contacto con la humanidad: sus reglas religiosas son muy estrictas, guardan huesos y utensilios antiquísimos, y los hijos, con más de 40 tacos, siguen viviendo con los padres. Al principio, tras el encuentro entre la familia extraña y los amigos, los primeros les invitan a quedarse con ellos en la cabaña, pero pronto se percatan de que no son del todo normales.

Ahí dan comienzo las muertes, a cada cual más macabra y estrafalaria, producto de las maquiavélicas mentes de los "niños" de la casa. Tanto la cabaña como el bosque son dos lugares ideales para el clima del largometraje, que los usa como medios que se presentan hostiles para las víctimas, las cuales no conocen el entorno ni la locura de sus anfitriones. El filme está rodado de modo que la película parece aún más antigua, debido al grano de la película, lo cual proporciona un efecto de verosimilitud similar al logrado con La Matanza de Texas.

Aunque no sea muy conocida entre el cine de terror de los 80, es un título muy agradable de descubrir, por sus generosas dosis de violencia y su final, enfermizo como pocos.

sábado, 27 de marzo de 2010

FEED (2005)


He aquí una de las películas más dementes y enfermizas que el ojo humano ha visto en mucho tiempo. Un viaje hacia la retorcida mente humana, capaz de los desastres más devastadores y de las acciones más perturbadoras, encauzadas hacia el placer de la carne y la búsqueda de nuevas formas de gozar, una vez que ya se ha probado todo. Si uno se va a poner delante del televisor a ver este filme, debe estar preparado y sobre todo, con la digestión bien hecha.

Muchos han tachado este título de vulgar y de provocador, y en parte no les falta razón, ya que el director ha tratado de indagar en el inconsciente de alguien perturbado, con el fin de sacarle las imágenes más retorcidas y bizarras, puestas al servicio de la sociedad de la información en la cual nos hallamos actualmente. Su propósito es el mal gusto, que apartemos la mirada de la pantalla, que tengamos náuseas, y lo consigue con creces (nunca mejor dicho).

Feed nos cuenta las andanzas de un policía australiano, especializado en crímenes cometidos en Internet, que tras un impactante suceso (acompañado por sus respectivas impactantes imágenes) relacionado con el conocido caso del caníbal de Rotemburgo, se empieza a obsesionar con los delitos que no se resuelven. Por tanto, a pesar de las vacaciones que le ofrece su superior, él es un tipo duro y se embarca en una nueva investigación. Fruto de ella, encuentra una web ilegal en la que un hombre bien fornido, se dedica a subir vídeos en los que alimenta a una mujer con obesidad mórbida, que no puede ni moverse de la cama donde permanece tumbada las 24 horas del día. El problema es que la "feliz" pareja se encuentra en Estados Unidos, concretamente en un idílico pueblo llamado Toledo (cuidado si eres de por allí y estás un pelín gordo), donde el madero de marras no tiene jurisdicción. No obstante, viaja destrangis al lugar, para descubrir al responsable de la web, ya que otras mujeres han fallecido a manos del hombre, que las alimenta hasta el extremo, mientras organiza una porra en la página, sobre el día de la muerte de las turgentes féminas. El policía se empieza a obsesionar con el caso, hasta acosar al supuesto culpable, del cual descubre no diferenciarse mucho.

Aunque la realización del filme peca en ocasiones de ser muy Michael Bay, con muchos planos cortos que pasan a velocidad de vértigo, en este caso ayudan a crear un ambiente enfermizo, ideal para la ocasión. Ya el comienzo es prometedor, con el hombre dando de comer hamburguesas a la mujer, siempre y cuando ella se lo pida. Su relación se basa en el dominio, remitiendo al alimentador a su infancia. La mujer es feliz por tener alguien que la quiera a pesar de su aspecto, y que además la alimente sin contemplaciones. Él ve a su madre en esas mujeres, a las que casi maltrata; sin embargo, está casado y lleva una vida ejemplar. Por otro lado, el policía persigue a todo tipo de asesinos y se preocupa por hacer el bien, mas su vida privada es un desastre y él es un maltratador. Por eso dedica todos sus esfuerzos al caso, para olvidarse de que tiene una vida y una preciosa novia que no para de engañarle, aunque le ama.

Los momentos en los que la mujer es alimentada son realmente repulsivos, a la par que hipnotizantes, como uno relacionado con un bote de tomate o aquel otro en el que le introduce a la mujer un tubo por la garganta. Son muy fuertes, pero también lo son esas páginas web de porno bizarro, que existen en la realidad y nadie denuncia (para disfrute de unos cuantos, que me parece muy bien).

Si creéis que lo habéis visto todo, poneos esta película y estaréis un mes sin ir al MacDonald´s (es más efectiva que Super Size Me). Cuenta además con un final raro raro, pero genial. Y ya de paso, me ha entrado hambre, así que voy a cenar

jueves, 18 de marzo de 2010

BLADE (1998)


Blade comenzó siendo un personaje de cómic creado por Marv Wolfman y Gene Colan para la famosa editorial Marvel. Se trata de un ser mitad humano mitad vampiro, el único capaz de sobrevivir a la luz del Sol, cuya primera aparición fue en la saga de cómics La tumba de Dracula (1972-1979). Su madre es mordida por un vampiro y antes de fallecer, consigue dar a luz a Blade, que durante años será entrenado para luchar contra los vampiros de todo el mundo, pues para él no hay diferencias entre razas ni distinción de sexos.

En 1998 se estrenó este filme, basado en el personaje de la novela gráfica, como se llama ahora al cómic, cosechando un gran éxito, aupando a Wesley Snipes a los primeros puestos de las estrellas taquilleras de acción e iniciando el interés por el cine de vampiros, tan muerto (nunca mejor dicho) en la década de los 90, donde sólo había sido reseñable la versión de Dracula de Francis Ford Coppola. Pero entonces llegó Blade, con su unión de peli de artes marciales, acción, terror, aventura y personajes carismáticos, y revivió de nuevo a los chupasangres, dotándolos de un nuevo estilo, pues ya no son los elegantes aristócratas de antaño, sino más bien unas criaturas que gozan matando y que se hacen pasar por humanos. Incluso se desarrolla una interesante idea, la de los humanos aliados con vampiros, que les ayudan y les dan cobijo, para ser convertidos en vampiros en un futuro. Pero Blade (Snipes) y su inseparable compañero Whistler (Kris Kristofferson) intentan por todos los medios acabar con el legado de terror de sus enemigos, mientras investigan una posible cura para el vampirismo en su base secreta, a lo Batman, pero con más luz.

En esta primera aventura del superhéroe, que habla poco pero usa frases de esas lapidarias, Blade rescata a una mujer que ha sido mordida, mientras combate contra Deacon Frost, un vampiro con la cara de Stephen Dorff, un tío que hace serie B de la buena. Frost pretende invocar a La Magra y convertirse en este ser, con lo cual tendrá un poder ilimitado. Para ello, necesita la sangre de Blade y la muerte de los jerarcas vampiros, enfrentándose a sus aliados y a los clanes de vampiros existentes. Para salir victorioso, Blade debe confiar en sus amigos y usar del mejor modo posible todas sus armas.

Sin lugar a dudas, Blade está repleta de acción trepidante que te deja sin respiración. Las peleas están muy bien coreografiadas (aunque los malos ataquen uno a uno, como en las de Bruce Lee) y aportó su granito de arena a cambiar el cine de acción. Sabe combinar a la perfección todos los géneros que toca y el traslado del cómic a la gran pantalla adquiere un estilo propio, creando un universo vampírico que parece real, en nuestros días. Las interpretaciones están muy bien y Wesley Snipes como el cazavampiros nigger da el pego por completo. Además, la relación que mantiene con Whistler es genial y hasta emociona en algún punto. La elección del enemigo que sólo mira por su bien es acertada, e incluso el personaje de la chica es interesante.

Es recordar esta película y se me viene a la cabeza la maravillosa escena inicial en la discoteca, con todos los monstruos bailando mientras cae sangre del techo, a la espera de comerse a su víctima humana. Entonces aparece Blade y la lía parda, con una genial banda sonora de fondo. Y es que en Blade, cuando suena el chunda-chunda, sabes que va a haber leches como panes. Prefiero la música disco en esta peli, antes que en las discotecas de la ciudad. También está la pelea final contra Frost, corta pero intensa. Incluso hay sangrientas escenas que fueron censuradas en algunos países.

Su director, Stephen Norrington, que había trabajado en los efectos especiales de Aliens, tras Blade hizo La Liga de los Hombres Extraordinarios, con lo que su carrera cayó en el fango más profundo (aunque debo reconocer que me entretuve con esa película). El guionista, David S. Goyer, es el encargado de los libretos de los últimos Batmans seriotes. Snipes colaboró en la producción, por lo que algo que en principio iba a ser un modesto producto, se convirtió en una superproducción con influencia y gran recaudación. Como es sabido, Blade contó con dos secuelas y una cuarta parte que parece estar gestándose ahora mismo. Tras la basura inmunda que supuso la tercera parte, esta genial saga merece un final más digno.