martes, 26 de enero de 2010

AULLIDOS (1981)


Todos aquellos que tuvimos la fortuna de nacer en los años 80, sin reggaeton en las radios, sin programas del corazón en la tele cada tarde, sin bullying en las clases y con ideas que iban al cine, pero que serían impensables hoy en día, recordamos con cariño y con una mano en el corazón, a ese artista y fenómenou (en palabras de El Fary) que fue Joe Dante. Y lo digo en pasado, porque no se sabe muy bien en qué agujero está metido en los últimos años. Los 80, sin duda, fueron suyos, gracias a un puñado de películas que recogían lo mejor de la serie B, aportando un puntito de humor, que las hacía bien agradables de ver. Un grupo de películas ochenteras a más no poder, que todo Dios ha visto y disfrutado, que tienen pocas críticas negativas a sus espaldas, que conformaron una época y que resultan de lo más entretenidas. Partiendo de ideas tontorronas, que no darían más que para un episodio corto de una serie de terror o ciencia-ficción, Dante creaba un mundo en el que era fácil entrar, donde te lo creías todo, a pesar de unas propuestas ridículas sobre el papel. Así, nos podemos imaginar al productor de turno arqueando la ceja mientras lee una sinopsis sobre un grupo de bichos verdes que matan gente y manipulan todo tipo de cacharros eléctricos, que se multiplican con el agua y mutan si comen después de medianoche. O ese otro productor que se ríe en sus narices, al leer la historia de unas pirañas que matan a la gente en un parque acuático. Pero Joe Dante dirigió esas historias y las convirtió en éxitos y en clásicos del cine, que serán recordados tras su muerte. Por desgracia, en los últimos años de la década de los 90, los estudios se olvidaron un poco de él, optando por películas más normalitas y olvidando la fantasía y calidad que rezumaba este hombre. Sin embargo, le dio tiempo a currar en televisión y a dirigir varias pelis bien interesantes, como Pequeños Guerreros, Looney Tunes De Nuevo en Accción o el capítulo Homecoming para la serie Masters of Horror. Y ahora está enfrascado en un nuevo título del que poco se sabe aún (The Hole), y con el que esperemos que vuelva a sus años mozos y de calidad.

La que nos ocupa es su quinta película en cine, que gozó de un gran éxito de público, debido a la fiebre por los hombres lobo. Y es que ese mismo año, John Landis estrenó Un Hombre Loco Americano en Londres, que contaba con unos efectos especiales maravillosos y un humor negro también especial. Por ello, la gente se animó a ver otra película de seres que se transforman con la luna llena, pero aquí la cosa cambiaba, sin seguir los cánones establecidos por la leyenda popular y los mitos. Olvidaos también de la comedia, a pesar de los estrambóticos personajes que aparecen. Michael J. Fox no sale transformándose en lobo y ganando partidos de baloncesto. La película comienza de una manera bastante cruda, en la que una periodista tiene una "cita" con un admirador, dentro de la cabina de un sex-shop. Todo ello está siendo seguido por la policía, por la pareja de la protagonista y por sus compañeros del informativo de televisión que presenta. La mujer entra en la cabina, disfruta de una escena muy pero muy cruel (a mí se me quedó en la retina durante años, cuando era un mozuelo), y tiene un encuentro muy extraño con su fan número uno. Después de tan traumática experiencia, su médico le recomienda pasar una temporada en una comunidad que ha montado en el bosque, junto a otras personas con problemas y su maridito. Y ahí todo se empieza a liar.

Dante nos cuenta una historia de lobo-hombres nada común, alejada de las clásicas. Aquí no hace falta luna llena para la transformación, sino que cada uno se convierte cuando le sale del moño, todo un acierto. Además, así no hace falta rodar de noche las escenas de los ataques. Los efectos son casi tan buenos como los de Un Hombre Lobo Americano en Londres, con unas conversiones explícitas, sangrientas y muy reales. Te crees cada uña que crece y cada pelo que sale (magnífica es la transformación del marido y su amante). Por otro lado, descubrimos que estos seres no son solitarios, sino que viven entre nosotros desde tiempos inmemoriales, ocultos, sabiendo el rechazo que provocarían. Todo se ambienta en la comunidad en el campo adonde van a parar los protagonistas, con un bosque siemple lleno de niebla, unas cabañas bien tétricas y un paraje que invita a pasar miedo.

Nada aburre en este filme, que hasta cuenta con el cameo de Roger Corman saliendo de una cabina telefónica, pues fue quien descubrió a Dante, años atrás. Su humor es más crudo que en Gremlins o en Matinee, ya que hay escenas de auténtico sufrimiento y gran crueldad (la persecución a la amiga de la periodista), y su final es una maravilla. Sin embargo, en la actualidad es una de las pelis menos conocidas de su director, algo que habría que modificar. Una pena que Dante no se encargarse de las secuelas, que llegan hasta el número 7, pues habrian sido mejores. En serio, la mayoría son nefastas, infumables e inclusive dolorosas para el ojo humano, no preparado para semejante sufrimiento.

Pero ésta es un clásico de las pelis con hombres lobo de por medio, ahora tan de moda a la espera del estreno del remake de Benicio del Toro.

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