sábado, 9 de enero de 2010

DISTURBIA (2007)


Al enfrentarme a esta película, tenía bastante prejuicios en lo relativo a diversos aspectos: el argumento, mil veces visto, su condición de remake inconfeso, la participación de la familiar productora Dreamworks, y la elección de su protagonista, el cargante Shia LaBeouf, que ahora está hasta en la sopa (y encima se come a la tremenda Megan Fox en Transformers, lo que me revienta aún más). Pero el filme me ha metido una torta en toda la cara y me he encontrado ante una grata sorpresa, que si bien no es el peliculón del Siglo, entretiene y da gusto. Y es que a veces hay que dejar las exigencias a un lado y plantarse con la mente en blanco ante una historia, aunque nos la conozcamos ya de memoria, razón por la cual, cuando somos pequeños, queremos que mamá nos repita el mismo cuento una y otra vez, a pesar de que ya conocemos su final.

La película cuenta con un inicio muy bueno, donde presenciamos el accidente de coche en el que fallece el padre de LaBeouf, desencadenante de todo. Un año después, el jovencito está más perdido que Wally en el estadio del Atleti, y tras atacar a un profesor, el juez le obliga a llevar un aparato en su pierna, que le obliga a no alejarse de su casa más de 30 metros. Por culpa de esto, el muchacho se aburre como una ostra y no sabe qué hacer con su tiempo libre, en pleno período vacacional. Y como en verano la televisión es un tostón y su madre (la guapísima Carrie-Ann Moss) le corta la conexión a la X-Box, no tiene otro quehacer más que espiar a sus vecinos con unos prismáticos último modelo. Es así como conoce todos los entresijos del vecindario, cual abuela chismosa, y como entabla relación con su nueva vecina, una jovencita que está como un queso (aunque la cara le falla un poco), que se recrea con sus bikinis en la piscina. Todo parece ir bien, ya que su mejor amigo regresa de las vacaciones, pero la cosa se tuerce cuando descubre que su vecino de enfrente es un asesino. Y a partir de aquí, nos encontramos con todas las situaciones prototípicas de este tipo de pelis: nadie cree al protagonista, el asesino le descubre, su madre queda encandilada por el malo, el amigo se mete en la casa del asesino para hallar los cadáveres... Y es que ya conocemos este argumento, gracias a cientos de filmes anteriores, pero aquí la cosa está tan bien llevada, que entretiene y te deja buen sabor de boca, no como el brócoli.

Quizá sea gracias a una dirección muy rápida y amena, que no te deja respirar, y que impregna a la cinta de un halo de película juvenil que se agradece. Pero no estamos ante un slasher, ni mucho menos, sino a la investigación de unos jóvenes sobre el asesino de enfrente, un genial David Morse, que crea la perfecta combinación entre vecino amable, pero con un oscuro secreto. Vale, que desde el principio sabemos quién es el villano de la función, pero no importa, a pesar de quitarle el efecto sorpresa sorpresa. Sólo es relevante cómo delatará el prota al asesino de mujeres, sabiendo que no puede alejarse de casa.

Otro punto a favor es la interpretación de Shia (su apellido es muy difícil de escribir bien), que clava el personaje de joven perdido, con miles de caprichos, pero cuya vida da un giro de 180º. A lo mejor es que él es así en la realidad. Siempre me ha molestado este chaval, pues Transformers me aburre y la última de Indiana Jones significó una gran decepción, pero el niñato protegido de Spielberg, parece que tiene madera. Habrá que esperar a verle en otro tipo de proyectos, o si se mete en las drogas antes de tiempo. En cuanto a la Moss, no sale demasiado, pero me dio la impresión de verla algo viejuna; será que el cuero de Matrix le sentaba mejor que el papel de madre.

Pues eso, una peli muy entretenida, con algunos momentos muy logrados, y que se puede disfrutar en familia y a cualquier hora del día.

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