viernes, 8 de enero de 2010

DISTURBIO EN EL CEMENTERIO (1987)


Estamos ante la enésima película aburrida y casposa de Lamberto Bava, que siempre estará bajo la sombra de su papi, el interesante Mario Bava, y es normal, viendo semejante desastre. En otros casos, una película puede resultar desastrosa por unas interpretaciones penosas, un presupuesto ínfimo, un horrible guión para limpiarse los mocos, o un director incompetente, pero es que aquí todo eso se junta y da como resultado esta cinta de Bava, que incluso parece estar orgulloso de lo que está haciendo. Pienso que desperdiciar dinero en hacer una película así, es lo que nos ha llevado a la crisis actual.
Con Disturbio en el Cementerio, Bava demuestra que sabe crear expectación en torno a una idea sugerente y un título que rezuma serie B de la buena (o eso nos hacen creer). Recuerdo que cuando leí la sinopsis, decía que un grupo de jóvenes en la edad del pavo, pasaban una noche en unas catacumbas, enfrentándose a zombies, vampiros y demonios. Si mezclas ese argumento con el año de su estreno y el apellido Bava, piensas que tendrás un peli de terror harto entretenida, pero por desgracia, al terminar el filme estás más cerca del suicidio que de otra cosa. Creo que el estreno de esta película motivó muchas revueltas por Italia y asesinatos en diversos Institutos.
La película comienza bien, aunque eso no es un gran mérito. Una banda de macarras roban una tienda y escapan con su furgoneta, siendo perseguidos por la policía. Y todo ello con una pegadiza melodía rockera de fondo, de esas que tanto gustan a Argento y coetáneos. Pero en cuanto se introducen en un bosque y llegan al cementerio, todo se estropea. Por supuesto, los diálogos estúpidos e hirientes no dejan de sucederse, y para más inri, sólo una de las chicas de la pandilla está de buen ver, y ni siquiera.
Parece que la cosa se torna interesante, cuando creen ser perseguidos en el campo, por un monstruo gigante, cuyas huellas dejan al Yeti en mal lugar. ¡Pero ese bicho no llega a hacer acto de presencia en ningún momento! Los chavales, llegada la noche, se meten en una especie de mausoleo a dormir, a la intemperie, sin preocuparse por el frío o sus perseguidores. Una tontería más del guión, que sería salvable si el asunto fuera entretenido, pero ni por esas. En mitad de la noche se despiertan y encuentran ¡una taberna en medio del cementerio! Allí dentro descubren un tesoro y el tabernero les dice que, si consiguen pasar una noche entera en las catacumbas, obtendrán las riquezas de dicho tesoro. Los muchachos, movidos por la codicia y por un mal guión, ni se lo piensan y se meten allí, donde encuentran tumbas y más tumbas, de las que salen zombies muy feos (el maquillaje tiene su punto, eso sí), pero que ni siquiera suponen un peligro para el grupo, pues ni les pretenden matar ni nada de nada. Y teniendo en cuenta que la mayor parte del metraje se desarrolla en esa parte, nos hallamos ante un coñazo de tremendas proporciones. Descubrimos así que en la peli no hay vampiros ni demonios, sólo unos tontos zombies que intentan causar la risa en el espectador, pero que sólo dan vergüenza.
En cierto momento, parece que los personajes han muerto al escapar de la policía, y están en una especie de limbo, como en Reeker, pero eso ni se vuelve a mencionar y carece de importancia para el final, porque ninguno de los chicos muere ni es atacado.
Al final, salen del lugar, reciben su premio, pero son detenidos por los maderos, que les arrebatan el tesoro. Fin y a otra cosa. Una pérdida de tiempo, pero necesaria si se es un completista de la obra de estos autores italianos. Sin embargo, Lamberto no llega a su padre ni a la suela de las chanclas.

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