viernes, 8 de enero de 2010

STAY ALIVE (2006)


Pocas veces, una premisa tan jugosa y con tantas posibilidades, se ha quedado en una basura tan descomunal. Stay Alive demuestra la incompetencia de Hollywood en los últimos años, en lo que a cine de horror se refiere, pues parece que sólo sacan partido a los remakes de éxitos anteriores. Y si se dan de bruces con una historia maja, que pudiera atraer a jóvenes, aficionados al cine de miedo y seguidores del mundo de los videojuegos, hacen una película sumamente aburrida, carente de interés y mala, para decirlo con modales y finamente.
Fijaos en el argumento, que incluso tiene buena pinta: un grupo de jóvenes, tras la muerte de un amigo común en extrañas circunstancias, comienzan a jugar al último videojuego del que disfrutó su compañero fallecido. No obstante, uno a uno irán muriendo misteriosamente, hasta descubrir que si su personaje muere en el juego, ellos la diñan también en la vida real, algo que queda claro en el eslogan de la versión española, que hace referencia a este hecho. Además, el videojuego está plagado de monstruos, trampas y zombies, lo que lo hace más interesante y gore. Y es que el gore siempre es sinónimo de diversión.
Pero si a un equipo incompetente, más preocupado en sacar con prontitud la película a la luz que en crear una peli mínimamente decente, le sumas unos actores poco creíbles y un desarrollo estúpido y monótono, obtienes como resultado este garrafón de película, que ni los niños podrán disfrutar. Y lo vuelvo a repetir: mira que la premisa tenía gancho, pero no lo podían hacer bien, ¡no!
A toda la trama del videojuego, le meten una investigación policial cogida con pinzas y aburrida hasta el hartazgo. Los efectos especiales son cutres a más no poder. Hay pocas muertes, predecibles y sosas, a pesar de las posibilidades que aporta el juego (otros como Residente Evil o Silent Hill dan mil veces más canguelo). El propio diseño del juego es más feo que un pie ajeno. El actor de Malcolm (Frankie Muniz) aparece por ahí, con un personaje tonto y de diálogos imbéciles, que se carga aún más el filme, pues todavía le asociamos con su personaje televisivo fetiche; intenta hacer gracia pero ni por asomo lo logra. Los personajes enseguida tienen claro lo que está sucediendo, algo que no queda nada creíble. Y la historia que envuelve al videojuego maldito, relacionada con la Condesa Elizabeth Bathory, no casa con el espiritú del largo, y no le saban sacar provecho, sin sangre que salpique la pantalla y sin sustos siquiera.
Una cinta que se asemeja más a los productos televisivos de Antena 3 que a una superproducción made in Usa. Aburrida a pesar de sus escasos 80 minutos de duración, sin chicha y vergonzosa. Lo mejor, sin duda, el cartel original, donde se apreciaban unas manos ensangrentadas sujentando un mando de videoconsola. Y deja de contar.

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