martes, 5 de enero de 2010

EL DIABLO METIÓ LA MANO (1999)


Recuerdo que en el momento del estreno de este largometraje, todo el mundo hablaba de él a las mil maravillas y no había nadie que no la hubiera visto, puesto que se trata de una cinta de adolescentes para MUY adolescentes. Ahora, años después de su estreno oficial, me han entrado ganas de verla y puedo incluirme en ese grupo de privilegiados que la han podido disfrutar. Y es que El Diablo Metió la Mano (Idle Hands en su versión original) es una película divertida, con tetas y chistes sobre porros, aderezada con algo de terror para que la trama no se quede en nada, aunque hay momentos en los que, debido a su precariedad argumental, nos da la impresión de que se va a acabar.
Por tanto, los jovenzuelos que la vieran en su época, sin contar con gran número de neuronas, la podían disfrutar sin pedirle demasiado, lo mismo que me ha ocurrido a mí en este visionado y eso que ya cuento con más añitos. No obstante, a pesar de lo estúpida que pueda resultar, es mucho mejor que algunas de sus hermanas mayores y serias, que estaban aflorando por las salas en aquellos años, a raíz del éxito de Scream y sus adolescentes chillonas. Y eso es debido a que la mezcla de la película funciona: por un lado tenemos la historia de un joven fumeta que no tiene oficio ni beneficio, cuya mano es poseída por un demonio, obligándole a matar. Este mozo es Devon Sawa, actor de Destino Final o la cargante Casper (cuyas fans se pueden extrapolar a aquellas que ahora gustan de Crepúsculos y demás), que ahora ha caído en el olvido tras varios años sin trabajar. La chica de la que se enamora (y con la que se toca) es la sabrosa Jessica Alba, que aquí está de toma pan y moja, aunque eso tampoco es novedad. Vamos, que por un lado tenemos sangre, algunas muertes chulas (los policías o la madre del prota), jovencitos guapetones y conocidos, y algo de carne para los viciosos. Y si a ello unimos unos cuantos chistes afortunados, tenemos un taquillazo a la vista.
Pero el plato fuerte está constituido por los mejores amigos de Anton, el protagonista: otros dos fumadores empedernidos, que al ser asesinados por la diabólica mano, no llegan a la luz que les llevará al Cielo por pereza y vuelven a la vida como zombies; uno con un botellín de cerveza incrustado en la frente, y otro sin cabeza. Ellos dos nos brindan algunos de los momentos con más guasa de la película, debido a sus vicios, su pereza y a cierto momento de necrofilia que comprenderéis si veis la peli.
También tenemos la ligera subtrama de Vivica A. Fox, que interpreta a una sacerdotisa que lleva años buscando a esa mano diabólica y da con ella al enterarse de los asesinatos cometidos en la ciudad. Está cogida con los pelos, pero es necesaria para la resolución de la trama y para darle una mínima explicación a los sucesos. Y atentos a la escena dentro del coche de dos novios heavys, que a mí me dejó loco.
Pues resumiendo: estamos ante una cinta divertida y tonta, sin pretensiones, pero muy disfrutable y entretenida. Perfecta para gozar con los amigos, y si es con compañía etílica, mejor.

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