sábado, 13 de febrero de 2010

BLOOD FEAST (1963)


He aquí un pedacito de la Historia del cine, o más bien un pedazo desmembrado. Póstrense, pecadores, ante la primera película gore estrenada en cines en todo el mundo mundial. Por obra y gracia de Herschell Gordon Lewis y David F. Friedman, surgió esta ida de olla que acabó convirtiéndose en una joya de culto y en un exitazo en los conservadores Estados Unidos de los 60, despertando un subgénero y un interés por unos argumentos e imágenes más truculentos, en una época en la que sólo triunfaban comedias y musicales. Es así como el terror más bizarro fue tenido en cuenta, sobre todo gracias a estos dos señores, que en 1964 sobrepasaron la línea creada por ellos mismos e hicieron 2000 Maníacos, mucho más bruta que la que hoy nos ocupa. Años después, ambos se separaron profesionalmente, aunque se siguieron dedicando al cine gore, pero sin tanto éxito como cuando unían sus fuerzas. Pero vamos, que constituyen un referente de este género; sin ellos, el cine de terror sería otra cosa hoy en día. En parte, se les puede achacar que la sangre empezase a salpicar las butacas, con unas imágenes perturbadoras, pero muchos también se lo agradecemos.

En estos años, el cine de terror tenía su principal referente en el Reino Unido, gracias a la época de esplendor de la productora Hammer, pero entonces llegó este subgénero. El gore está referido al cine, comúnmente enmarcado en el terror y fantástico, donde la hemoglobina está por doquier, donde cada muerte es un espectáculo de sangre y vísceras, donde no queda nada fuera de campo, ni los planos más enfermizos. Pues Blood Feast es la pionera en este difícil campo, en unos años donde ningún cineasta se había atrevido a semejantes acciones en pantalla. Gordon Lewis se encargó de la dirección y los efectos especiales, mientras Friedman le surtía de todo tipo de sangre y tripas en la producción. Los astros se alinearon y nos ofrecieron un título divertido, a pesar de su cutrez, lo cual se solivianta con su escasa duración (poco más de 60 minutos). Y es que el gore y el dramatismo de las muertes son reducidos en su eficacia, gracias al humor que impregna toda la cinta, no por las situaciones o los diálogos, sino más bien a partir de la violencia increíble, las imaginativas muertes y los litros de glóbulos derramados, algo que nadie se puede tomar en serio, a no ser que pertenezcas a algún selecto grupo de críticos de la Cahiers. Esto queda ya claro en la primera muerte, en plano subjetivo, de una muchacha en su bañera, con una sangre más roja de lo normal y unos descuartizamientos imposibles en la realidad.

La trama gira alrededor de una serie de asesinatos producidos en una ciudad, donde muchas jóvenes de buen ver han sido mutiladas por un psicópata, que se lleva de recuerdo miembros del cuerpo muerto. Las investigaciones de un audaz (y mal actor) policía le llevan hasta la tienda de un tal Fuad Ramses, que realiza sacrificios para su Diosa y vende las partes de los cuerpos en su servicio de catering. Se acerca el cumple de una chica, con lo que los servicios de Ramses son solicitados, pero él pretende acabar con la cumpleañera, como sacrificio definitivo. ¿Le lograrán detener a tiempo o habrá una nueva carnicería? Como es perceptible, el argumento es ridículo y gracioso, la intención de Lewis al tener la idea. Por supuesto, se percibe que no tiene mucha idea de narrativa cinematográfica, pues muchos diálogos se hacen pesados, hay planos mal encuadrados, los primeros planos son demasiado bruscos y el guión hace aguas por todos lados. A su favor, la historia transcurre en un plis y nos dan igual las malas interpretaciones (muchos actores eran primerizos), pues aquí lo que interesan son los violentos asesinatos, repletos de sangre de mentira y desmembramientos.

El final, con la persecución, es brillante, y hay una secuela del 2002, también dirigida por Gordon Lewis, que cuenta con un argumento sospechosamente parecido a éste. Por supuesto, la peli en su día fue vapuleada por la crítica, por su gráfica y gratuita violencia. Pero merece la pena, sin duda alguna.

No hay comentarios:

Publicar un comentario