sábado, 6 de febrero de 2010

ESQUELETOS (1997)


David DeCoteau es un director de esos expertos en infraproductos destinados al más vil mercado del videoclub, con filmes que jamás veremos en televisión, debido al miedo de las cadenas, y que nunca le pondríamos a nuestro hermano pequeño, salvo para crearle un trauma que le convierta en psicópata en un futuro lejano. Es un discípulo aventajado del gran Roger Corman, que siempre se ha dedicado al cine de género en cuerpo y alma, pariendo películas sobre tablas de ouija asesinas, monstruos varios y con algunas joyas de culto en su haber, como la casposa pero divertida Creepozoides. El tío, al menos, sabe reconocer sus limitaciones (a lo mejor se las impone a sí mismo) y nos ofrece productos de serie B, Z y más allá, pero sin tomarse muy en serio y aportando entretenimiento, algo muy importante, de lo que se olvidan muchos de estos productos, que de lo serios que pretenden ser, resultan aburridos. DeCoteau conoce su condición de cineasta de serie B y hace alegoría de ello. Sus obras se dirigen a un público concreto y a un mercado muy particular, y el tío actúa en consecuencia. Es por ello que cuenta con fervientes seguidores en su tierra natal, y es considerado un gran entendido del cine de terror mundial.

De todas las características antes indicadas acerca del cine de este buen hombre, pocas se aplican al título que hoy comento, que podría ser su filme más serio, rozando la serie A, y con menos cachondeo. Aunque esto lo digo sin conocer toda su filmografía, que es inabarcable. A pesar de su título, Esqueletos no relata la historia de unos muertos calavéricos que se levantan de sus tumbas y matan por doquier, como me ilusioné en un principio. Va sobre un periodista, que tras una situación traumática y sufrir un ataque al corazón, se toma un año sabático y se marcha con su familia a un pequeño pueblo de Nueva Inglaterra, con la sana intención de descansar y alejarse del ruido urbano. Se instalan en una bella casita rodeada de campo y tardan poco en congeniar con sus vecinos, que se comportan de un modo extraño, demasiado simpáticos y amables. Las comparaciones con la novela Saco de Huesos de Stephen King son inevitables, puesto que ambas obras se estrenaron con sólo un año de diferencia. Resulta que el buen periodista, galardonado con el Premio Pultizer, es visitado en su nueva vivienda por una mujer, que le pide ayuda para su retoño, un homosexual que ha sido condenado a muerte, por el asesinato de su pareja. La madre cree que él no es culpable de la fechoría, por lo que le pide al periodista que investigue el caso. Y ahí comienza la locura, pues todo el pueblo, simpático al principio, se vuelve en contra del hombre y su familia, sometiéndoles a todo tipo de putadas. Está claro que la gente del pueblo guarda un terrible secreto, y temen que este hombre lo descubra y rompa el equilibrio de su comunidad.

Se nota que el argumento es de todo menos novedoso y original, con una historia mil veces vista, sobre todo en la parte del acoso a la familia. Pero el director demuestra que sabe lo que está haciendo y nos regala una trama muy bien llevada, asfixiante e interesante, a pesar de que nos imaginamos pronto su resolución. El terror nos llega con el terrible asedio de los habitantes, tanto hacia el padre, la madre y el hijo, pero el periodista es bien orgulloso, y no se detiene ante ninguna traba. Aquí no se observan los temas clásicos de la serie B por ningún lado, pero hacia el final, la cosa se torna un poco rocambolesca y las influencias del director se notan. Pero esto no es algo malo, más bien todo lo contrario, pues nos ofrece un respiro y ciertos tópicos son bienvenidos, para llegar al momento final: un cierre intenso en la Iglesia de la localidad, donde se pretende impartir justicia.

Parece que la peli es un encargo hecho al director y la jugada le salió bien, aunque esta obra no sea muy conocida hoy día. Está respaldado por un grupo de actores sobresalientes, que lo mismo te parecen majos que unos malajes: Christopher Plummer y James Coburn, que crean unos ambiguos personajes en los que no sabes si confiar o no. La trama, sencilla, está bien hilada, y todos los detalles se nos desvelan al final, sin errores.

Un filme poco conocido, con una historia de sobra conocida, pero muy entretenido, con una buena fotografía y grande en su pequeñez.

1 comentario:

  1. Buah... este telefilm lo llegaron a emitir en Antena 3 y me acuerdo muy bien de lo larga y pesada que se me hizo.

    Es poco común ver controversia social y un trasfondo explícito de nuestra cultura malsana en el género de terror, aunque esta película lo consigue (otro de sus puntos positivos que tiene).

    Recomendaría LOS NIÑOS DE STEPFORD como un buen ejemplo de peli sobre pueblo paranoico y perturbador.

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